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《NAMJOON》

Respiraba tranquilo, seguro.
Una sirvienta le daba los últimos retoques a mi vestuario.
Todo tenía que estar impecable, perfecto. Mi camisa no debía de tener ni una mísera arruga.

Un último estirón a mi manga y estaba listo. Sonreí frente al espejo.

Tenía todo el poder. Y tanto poder!
Sabía que todo estaba bajo mi control.
Sabía desde el principio quien era Park Jimin. No le traje aqui por casualidad. Sólo un rey estúpido haría acto semejante.

Y yo, no tenía nada de estúpido.

Mi inteligencia era suprema, y no me avergonzaba decirlo. Por que iba a avergonzarme ser superior?

Ególatra? Narcisista? Si, y quien dijo que estaba mal serlo?

Mi reino, mis normas.

Odiaba a la gente ignorante, inculta, paleta. El sólo hecho de tener que compartir el aire con ellos me producía mareos. Por eso prefería no oírles hablar, dañaban mis oídos. La cantidad de tonterías dichas por el pueblo. Pobres analfabetos. Por eso en La Corte, solo entraba gente seleccionada más cuidadosamente de lo que se imaginaban.

No era tan sencillo como tener buenos músculos para cargar peso, o una buena salud. No, no.
Todos estaban aqui por un motivo. Aunque ni ellos mismos fuesen conscientes.

Sabía desde el principio quien era Park Jimin. Sabía lo que significaba para Min Yoongi.

La llegada de Jimin estaba programada antes incluso de la del propio Yoongi a La Corte. Por eso le trajo.

Nadie espera que te recluten para ver durante años como te comportas antes de que aparezca alguien que te hará cambiar.

Yoongi había sido un chico malo, si, era mi chico malo, se lo permitía todo.
Pero a mi tambien me gustaba jugar con él, y no hay nada más dulce que atacar a alguien sin que lo sepa.

Pero Yoongi tampoco era tonto. Había tardado en darse cuenta, pero yo le llevaba años de ventaja. Sabía que salvaría a Jimin. Porque es débil. Por eso reemplacé el antídoto por una nota.
Por supuesto que no iba a matar a Yoongi. Oh, por favor. Él era mi juguete favorito.

Me encantaba verle sufrir, o cuando creía que tenía el control de algo, pero realmente yo siempre estaba detrás. Me encantaba que se portase mal, me gustaba castigarle, esa piel tan blanca, ese cuerpo escuálido, los gemidos que emitía involuntariamente...Min Yoongi era la mano derecha que cualquier rey desearía tener.

Me eché perfume.
Era hora de salir y mostrarme ante un Jimin superviviente, o bien su cadáver.

Y quien sabe, puede que castigase a Yoongi por intentar salvarle.

Kingdom of Silence 《Jikook》#KpopAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora