《JIMIN》
Sólo los trabajadores más valientes se atrevieron a venir con nosotros al castillo.
No teníamos armas, aunque algunos habían afilado pequeños pedazos de madera del taller hasta convertirlos en estacas. Era mejor que nada, desde luego.
Salimos en silencio por la ventana trasera, pues la puerta estaba custodiada por dos guardias. Hoseok nos esperaba fuera, estaba sudando, podía notarse su miedo.
-¿Listo? -le pregunté con la voz firme. Asintió muy rápido, haciendo que algunas gotas de sudor que mojaban su pelo, me salpicasen en el rostro. Puse una mueca de asco.
Nos dirigimos hacia el castillo, tomando de camino el interior del bosque, pues así sería más difícil que alguien nos viese. Íbamos como si fuésemos una procesión silenciosa.
Cuando estuvimos a unos metros del puente de piedra precedente a la gran puerta principal del castillo, Taehyung habló.-Tu turno. Deshazte de los centinelas y ábrenos la entrada secreta.
Asentí y salí de nuestro escondite con cuidado. En cuanto me acerqué a ellos, me apuntaron con sus lanzas y alcé mis brazos con las palmas de las manos abiertas.
-¡Alto! No puedes pasar aquí sin permiso real.
-Trabajo directamente para el Rey. -dije sereno.
-¿Y te ha mandado venir a caso a estas horas de la noche?
-¿A caso queréis arriesgaros a saberlo si me retraso y digo que fue por vuestra culpa?
Los centinelas se miraron entre ellos a través de la rajilla de sus cascos y dejaron de apuntarme con sus lanzas, dándome vía libre.
Una vez estuve en el interior, me llamó la atención que no hubiese absolutamente nadie en los pasillos, vigilando.
Corrí de inmediato a abrirles la puerta al resto. Les estaba haciendo señas con una antorcha que había cogido del interior, indicándoles que todo estaba despejado.
Sabía perfectamente por qué Namjoon había raptado a Jungkook.
Le estaba tendiendo una trampa al traidor.
Estaba probando mi lealtad. Sabía que yo iba a conducir a todos ante él creyendo pillarle por sorpresa y poder matarle, pero con lo que yo no contaba, es que Jungkook fuese usado como cebo.
Pero lo que más me preocupaba no era eso, sino la desaparición del que yo creía, muerto Yoongi.
Si realmente estaba vivo, estaría cabreado. Muy, muy cabreado, y no podía bajar la guardia en ningún momento. Ahora mismo, sólo podía confiar en mi mismo.
Cuando todos los trabajadores entraron al castillo, los conduje hacia la cámara del Rey, como un pastor lleva a sus ovejas al matadero, creyendo éstas que las llevan a pastar.
-El Rey está tras esta puerta. -susurré señalando la enorme puerta negra.
Pude ver el miedo en las pupilas de Taehyung, antes de levantar su arma en el aire y hacerle un gesto a los demás.
-A la de tres.
"1"
Levantaron bien sus armas.
"2"
Respiraron.
"3"
Abrieron la puerta y yo cerré los ojos.
-¡Jimin! -Jungkook gritó al verme tras la puerta. Estaba atado por el cuello a un aro clavado en el suelo. Namjoon, quien estaba a su lado sentado en su trono observándonos con una sonrisa, lo había desnudado, pero no tenía heridas ni había sido golpeado.
Giré mi vista. Esto iba a doler.
Toda una línea de guardias aparecieron tras la puerta. Enseguida les rodearon con sus armas. Era imposible que ganasen, con sus estacas de madera.
Taehyung me miró. Creo que en el fondo de sus ojos vi apagarse una diminuta chispa de esperanza en mi, en creer que yo realmente era de fiar. Me sorprendió que aún la conservase.
-Nos engañaste. -dijo extrañamente calmado.
Vi el rostro de confusión de Jungkook, quien me miraba con el ceño fruncido.
-¿Ji-Jimin? ¿Que está pasando?
-Jimin. Escoge tu bando. -ordenó autoritario Namjoon.
Bajé mi vista al suelo.
-Lo siento, Jungkook. Lo siento por todos.
Jungkook me observaba incrédulo desde el suelo.
-¿¡Jimin!?
Caminé desde mi posición del bando de los trabajadores y me puse al lado de mi hermano, el Rey.
Namjoon sonrió.
-Bien Jimin, bien. Realmente pensé que cometerías alguna estupidez. Me alegra no tener que matarte.
Mordí mi propia boca desde dentro.
Espera, Jimin. Aguarda el momento. Aún no puedes asesinarle.
-¿Dónde está Yoongi?
Ahora fue Namjoon quien me miró incrédulo.
-¿Qué?
Entonces comprendí todo.
La extraña calma de Taehyung al confirmar que yo era un traidor, su secretismo con el plan de matar al Rey, su interés por saber lo que yo hacía en todo momento.
Era un plan simplemente brillante. Traicionar al traidor.
Pensé que los llevaba al matadero, y eso era precisamente lo que él quería que yo pensase, pero en realidad estaba justo donde deseaba.
Vi a Taehyung sacar una daga del interior de su chaqueta y abalanzarse sobre Jungkook.
-¡¡NO!! -grité.
Me lancé sobre él, pero fue demasiado tarde. Taehyung había apuñalado a Jungkook en el pecho, y había caído de rodillas en el suelo.
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Kingdom of Silence 《Jikook》#KpopAwards2017
FanfictionREGLA 1: No hablar con personas que no sean de tu familia. REGLA 2: Si un miembro de La Corte o el propio Rey te habla, tienes derecho a responderles, de inmediato, sin mirarles a los ojos y de rodillas. REGLA 3: Totalmente prohibido relacionarse de...