Capítulo 3 -Deber y algo más

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NARRA SAMUEL:

Me levanté muy temprano hoy y eso que aún faltaban horas para comenzar mi trabajo, miré atentamente el reloj, las seis con quince, bueno el que madruga dios le ayuda, me hice un desayuno balanceado para empezar el día, lave los trastos, ordene mi habitación y me comenzaba alistar para dar mis trotes matutinos.

Cuando bajé en el ascensor me encontré con Abel, -¿Cómo estás? Te noto con muy mala cara- dije un poco vacilón.

-EEH no empieces, sé que llegué tarde por la bendita fiesta, ahora que tengo que trabajar me arrepiento de todos los tragos que han provocado esta migraña- no pude evitar reír tras su comentario, Abel es un buen Chaval, desde hace años él me ayudó con unos muebles tras mudarme a este apartamento y hemos sido inseparables, es bueno saber que tu amigo también es tu vecino.

-Por cierto ¿qué tal te fue con Alejandra?- Abel siempre encontraba amigas nuevas, es un tío simpático no me extraña que la gente se le acerque.

-Pff ella solo se acercó a mi porqué quería conocerte, era muy mona debo de admitir, si quieres puedo arreglarte una cita con ella- apenas ofreció su ayuda el ascensor llegó al primer piso.

-No gracias, no es mi tipo, menos si se acerca a un amigo para ligarse a otro- con una sonrisa me despedí de Abel para comenzar mis ejercicios, seguramente el fin de semana saldría con él a tomar unos tragos.

Coloqué en marcha el cronómetro y emprendí el trote, me encantaba la sensación del aire fresco en la mañana, como en las panaderías llegaban temprano a cocinar y el olor impregnaba la zona, era el paraíso sin duda.

Me aseguré de la hora que partí mis ejercicios, ya que al tener una tienda debo ser responsable, sabía que antes de abrir tenía que ir a buscar las demás flores que yo encargaba. Así es, flores, trabajo en una florería la cual me inspiró mi abuela, en el campo ella tenía un hermoso jardín y me contaba cada significado de las flores que cuidaba.

-Hola señor de Luque tanto tiempo sin verle- me detuvo una voz conocida, era Sergio un camarero muy simpático que trabajaba en el café que suelo ir ocasionalmente y que está muy cerca de la tienda.

-Vaya, has llegado muy temprano, pensé que tu turno era en la tarde- usualmente no me fijo mucho en las personas, pero Sergio me recordaba a mi padre, además que me daba los mejores pasteles que podían acompañar un buen café.

-Si, la verdad nos está yendo muy bien estas semanas, hay nuevas adquisiciones en la carta y eso atrajo clientes, lamentablemente la cantidad de empleados no es mucha, por lo que tuve que cambiar horas en mi turno- me interesaba probar las nuevas cosas que tenía para vender en el menú, aunque es una lástima que les este dificultado con la mano de obra, me encantaría ayudar, pero es bastante trabajo con la florería, hace poco me contrataron un matrimonio que querían que fuera el encargado de los arreglos florales de su boda, así que estaría muy ocupado, posiblemente estaría tres días de lleno con los encargos y preparativos.

-mmm no sabría cómo ayudar, sé perfectamente que eres un padre de familia y tienes que llevar a tu hija temprano a estudiar- Sergio se encogió de hombros aceptando que no podía hacer nada si se lo pedía su jefe –cualquier cosa, si encuentro a alguien que les pueda servir te lo haré saber- Sergio estrecho mi mano y nos despedimos, tenía mucho que ordenar antes de abrir y yo debía continuar mi sesión de ejercicios.

He paseado por más de una hora y media por los alrededores, me paré a descansar en un poste de una esquina para beber algo de agua, desabroché un poco mi chaqueta ya que empezaba a tener mucho calor, menos mal que siempre tengo ropa extra en la tienda.

SU DULCE FRAGANCIA - fanfiction wigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora