Habían pasado los días volando, no sabías si habían sido semanas o incluso meses, dejaste de visitar a Stephen desde ese día, supiste que había sido dado de alta 1 semana después pero estabas muy dolida como para tomarle importancia al asunto. Lo que sí sabías, es que él había viajado a Nepal, no tenías idea para qué, pero no te atreviste a preguntar, sólo a escuchar.
Era una tarde de Otoño, estabas en la recepción revisando unos apuntes realizados por una compañera cuando escuchas puertas siendo abiertas y paso apurados.
— ¡[TN]!— Giraste la vista asustada, encontrándote a Stephen con una vestimenta poco usual en él, notaste como tenía su mano aferrada a su lado izquierdo del pecho, se sostuvo de la pared, dejando un increíble rastro al instante de sangre, corriste hasta a él, tomándolo de la cintura, intentando levantarle.
— ¡¿Qué te pasó Stephen?!— Gritaste y él se limitó a negar, sintiendo como sus fuerzas disminuían cada segundo.
—Llévame al Quirófano— Esas palabras fueron suficientes para caminar hacia ahí con Stephen arrastrando los pies, al entrar caminaste rápidamente para recostarlo en la camilla, conectaste el electrocardiograma a él para rastrear sus latidos, los cuales se hacían poco a poco más débiles, comenzó a soltar quejidos mientras dejaba la descubierto su pecho con una certera herida profunda en el corazón, había sangre por todos lados, lo cual hizo que sintieras ganas de llorar.
— Te extrañé, [TN], ¿Tú me extrañaste?— Habló, sacándote una sonrisa.
— Claro que te extrañé, pero fuiste un idiota— Él rió con dificultad sintiendo unas gotas de sangre correr por sus labios.— Stephen... no puedo hacerlo, es muy profunda y grave.— Hablaste con miedo y tristeza en su voz.
— ¿Te pedí que me salvaras?— Habló de nuevo con su tono testarudo que lo caracterizaba, negaste con un mar de lágrimas descendiendo por tus ojos.— Sólo escúchame, por favor.— Asentiste y él prosiguió a hablar.— Sé que fui un idiota ese día, pero estaba dolido, porque lo había perdido todo, pensé que mis manos eran la verdadera razón de mi existencia, pero no era así. [TN]... tú eres esa razón, por más que quisiera negarlo me había enamorado perdidamente de ti, pero... creí en tantas cosas para evitarlo, pero esa era la realidad de mi vida, ese día, te había perdido. Ahora... me vas a perder a mí...— Tomó tu mano y la entrelazó como pudo con la suya.— Te amo... en serio te amo, perdóname...— Terminó de hablar, sintiendo su vida irse en un segundo, la mano que se encontraba sosteniendo la tuya cayó hacia un costado suyo, quedando colgando.
— No... Stephen, no me hagas esto por favor...— Comenzaste a llorar más fuerte, aferrándote a su cuerpo inerte, miraste su rostro, estaba relajado, sentiste como tu felicidad se iba con él, no podías hacer más, te había dejado.
Permaneciste en la misma posición por más de 10 minutos, sin dejar de pedirle que regresara, susurrando su nombre entrecortadamente, hasta que sentiste una mano acariciando tu espalda, alzaste la vista y lo encontraste sonriéndote.
— Estoy de vuelta, estoy de vuelta, no llores— Rió abrazándote como lo estabas haciendo, prosiguiendo con sus movimientos en tu espalda.
— Eres un idiota— Reíste mientras le dabas un suave golpe en el hombro.
— ¿No me había dicho ya que era un idiota, señorita [TN]?— Preguntó para después acariciar tu mejilla.
— Quizá Doctor Strange, pero, lo amo— Susurró y ambos sonrieron.
