Capítulo 8

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Francesca sabía que la Quinta Estrella quedaba cerca de su casa, pero tampoco creyó que sería la que estaba en frente.

Francesca quedó maravillada por la apariencia de afuera, pero por dentro era aún mejor.

La casa no era muy grande, el estar estaba lleno de cosas de madera, viejas y algunas un poco más modernas. La cocina era de las típicas que se veían en las películas y desde la cocina subías a la escalera que crujía.

Al subir se desplegaba un largo pasillo con una larga alfombra azul, las paredes estaban pintadas de color verde claro y descolorido, se notaba la vejez de la casa. Un gato negro caminó con gracia sobre la alfombra y asintió en modo de saludo.
Luego saltó ágilmente sobre el posamanos de la escaleras y allí se acomodó, atento a cualquier movimiento de su dueño y/o invitada

Las puertas eran personalizadas, Francesca notó en seguida cuál era de cada uno ya que no era muy difícil.

La de Eusebio estaba pintada de marrón y tenía un pequeño adornito de navidad, aunque se estuviera en octubre.

La puerta de Robbin tenía fotos pegadas de él cuando era niño y también del zorro vestido de verde que ella veía de pequeña por el canal Disney.

Dustin tenía fotos de arqueros pegados en todo la puerta, habían fotos de él con arcos, flechas y un gran cartel colgado en el pestillo que decía "Peligro".

Robbin entró de repente en el cuarto y allí estaba el castaño de la familia, con auriculares y la mirada perdida en el techo.

El cuarto era grande, estaba pintado de azul y habían agujeros en todos lados, muchos bolsos con flechas y un arco de madera que parecía estar en muy buen estado. Habían fotos de cantantes famosas en poca ropa como también había fotos de bandas rockeas. Había ropa por todos lados y Francesca casi pierde el equilibrio en el intento de no pisarla.

—¡Hey Dus!—le gritó Robbin, como no recibió respuesta, le lanzó una pelota de basquetball que se escondía bajo la cama.

Dustin salió del trance y tomó la pelota demostrando sus reflejos profesionales.

—Acá no coje nadie, a tu habitación amigo—exclamó el chico con la mirada en Francesca.

—Me dan ganas de golpearlo—susurró Francesca en el oído de Robbin.

Francesca perdió el equilibrio que hacía con un solo pie y se agarró a Robbin, que cayó con ella sobre la cama de Dustin.

—¡Acá no!—gritó Dustin y le lanzó un almohadón a Robbin.

—No haremos nada, idiota. Venimos a preguntarte si viste a Morgan.—murmuró Robbin algo molesto por las cargadas de su hermano menor.

—No, no la vi—mintió.

—Miente—sentenció Francesca.

—Di la verdad, ¿dónde la viste?—preguntó Robbin sabiendo que su hermano podía mentir súper bien.

—Ya te he dicho que no la he visto —aseguró Dustin irritado.

Francesca se hartó del niño y lo tomó del cuello de la remera.

—Yo sé muy bien que estás mintiendo, tienes las manos sudorosas y acabas de tragar saliva. Intentas actuar natural y no te sale porque estás deseando que nos vayamos—descubrió la pelirroja.

—Morgan volvió a su casa hace dos horas—confesó Dustin recordando haberla visto entrar junto con Pierre.

—¿Por qué mientes, entonces?—preguntó Robbin aún no entendiendo el comportamiento de su hermano menor.

Sweet AutumnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora