Capítulo 16

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Francesca despertó sudada y pegajosa, sentía mucho terror de algo que ni ella sabía, tenía miedo... Bah, estaba aterrada.

Respiraba agitadamente.

Ni el café, ni los aromas de los árboles, ni el acogedor color y calor del fuego la hicieron calmarse. Seguía aterrada de algo que no entendía.

Estaba segura que tenía algo que ver con Juliette, pero no podía definir con claridad lo que le ocurría.

Salió de su casa sin terminar la taza de café, cosa que extrañó a la pequeña niña.

Tocó la puerta de su amiga, y está abrió casi al instante. Juliette parecía estar de lo más rejada.

—Pasa—murmuró.

Francesca, aún nerviosa, entró y visualizó a Franco sentado a lo indio enfrente a la estufa mientras leía un libro de historia.

Juliette miró a Francesca y respondió la pregunta que en su cabeza rondaba.

—Estamos estudiando para un exámen que tengo que dar dentro de poco—explicó Juliette.

Francesca asintió.

El trío se sentó en la alfombra color carmesí y ella los vio a ambos.

Franco presentaba en sus ojos verdosos una pequeña abrumación, algo lo estaba perturbando y Francesca lo presentía.

En cambio, Juliette estaba relajada y tranquila. Demasiado para ser Juliette...

—Necesito hablar con Franco un instante en privado—rompió el silencio, la pelirroja.

—¿Qué pasa?—se puso a la defensiva, la castaña.

—Nada, es una pregunta pequeña sobre...—miró los intensos ojos celestes de Juliette y luego los nerviosos ojos verdes de Franco—su hermano.

Se aclaró la garganta, incómoda.

Franco se levantó bajo la mirada asesina de Juliette y con Francesca atrás, caminó hacía el patio trasero de la casa.

—¿Qué descubriste?—preguntó él, cortantemente.

—Tú estás metido en algo raro—agudizó la mirada.

—¿Algo cómo qué?—preguntó Franco, cruzándose de brazos.

—Algo que tenga que ver con Juliette.

—Mañana vendrá una "amiga mía" que odio y si se entera que tengo novia, de seguro le arranque el pelo—susurró súper rápido y bajo.

—Ay mierda.

—No puedo dejar de pensar en eso, no quiero problemas en nuestra relación—se quejó Franco.—Es la primera novia que tengo, no quiero dejarla dos semanas después de conocerla...

—Te ayudaré con una condición.

—¿Cúal?—sus ojos se iluminaron.

—Esto no se lo dices a nadie y... Si preguntan, yo no estoy metida en esto—susurró.

—Esas son dos condiciones.

—¿Te ayudo o no?

—Sí, sí, gracias.

—No hay de qué—sonrió Francesca aliviada.

Luego de pasar un tarde bastante interesante, Francesca caminó en la noche oscura y fría por las largas calles de tierra.

La brisa sacudía con insistencia su cabello y las ramas de los árboles.
Sólo escuchaba los crujidos de las hojas secas.

Inspiró  y exhaló varias veces dejando que el aire puro entrara y purificara absolutamente toda su alma.

Sweet AutumnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora