Capítulo 11

12 3 2
                                    

—Aún no confió en ti—balbuceaba Juliette.

—Ya estamos llegando.—confesó Franco.

—Uf, que alivio, me quedaré ciega...—exageró Juliette.

—¡Estas hace unos minutos con los ojos tapado!—rió él.

—Ya déjame—se quejó divertida.

—Llegamos—murmuró Franco, sacó sus manos de los ojos de Juliette y ella se tapó la boca con las manos..

—¿Esto es real?

—Tan real como este vecindario...

Ella se volteó.

—Este vecindario no es real—sonrió ella enternecida.

Él sonrió.

A pocos metros había una hermosa construcción vieja. Tiempo atrás había funcionado como carrusel, pero con el paso del tiempo los juegos se deterioraron, y terminaron sacándolos.

Juliette caminó lentamente hasta la plataforma y al principio de la escalera observó al frente, dio la vuelta y vio al muchacho observándola.

Ella caminó sobre sus pasos y lo tomó de la mano, lo llevó hasta la plataforma con una sonrisa imborrable en el rostro.

Cuando los dos subieron miraron uno de los alrededor, (el más soleado, para especificar)

—¿Puedo decirte algo?—preguntó ella.

—Todo lo que desees.

—Estoy completamente obsesionada con vos, te pienso a cada minuto y tenía que decírtelo. Siempre le digo a todos que me pasa. Al parecer, no has tenido novia y me parece extraño porque eres alguien muy increíble y guapo. Como no piensas dar el primer paso debido a que tienes miedo de fallar, lo haré yo.

Y con ese discurso, ella lo besó.

Él quedaba cada vez más impresionado, Juliette era hermosa y muy increíble... Tal vez tenga defectos, ¿pero quién no los tiene?

Cuando se separaron se miraron atentamente.

Juliette empezó a caminar por toda la plataforma mordiéndose el nudillo y saltando.

—¡No me mires así que me derritó, imbécil!—gritó Juliette.

Franco se tapó los ojos y se relamió los labios. Ella fue y lo besó de vuelta, pero con más intensidad y menos nerviosa.
Sacó las manos del muchacho, destapando sus ojos y colocó la manos del joven en su propia cintura, ella cruzó sus brazos en el cuello de él para profundizar el beso.

Se separaron por falta de aire.

—Podría besarte todo el día—sonrió la castaña.

—Lo haría todo el día—habló el y la besó nuevamente pasándole la palma por el cuello de la joven.

—¿Qué somos?—preguntó ella luego del tercer beso.

—Amigos...

Ella se desilusionó notoriamente. Él se separó de ella, se puso de rodillas, se aclaró la voz, tomó sus manos y exclamó:

—Juliette Comoseatuapellido—ella rió—¿Querrías tú, ser mi primera novia?

—Encantada—sonrió Juliette.

—¡Tenes que decir acepto!—declaró él.

—Acepto—bufó divertida.

Franco se levantó y ella se le lanzó al cuello.

Sweet AutumnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora