Capítulo 3: Castigos a Victor

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A pesar de la breve "pelea" (Victor decidió llamarla así en su cabeza) que tuvieron, Yuri despertó normalmente aquel sábado por la mañana. Más, aún sin acostumbrarse a tener a Victor durmiendo al lado, se sobresaltó, se golpeó la cabeza con el librero y dio un leve gritito que hizo que automáticamente Victor se despertara. Por lo menos, Yuri sabía que esa mañana el tener a Victor en la cama no significaba que hubieran mantenido relaciones, ya que recordaba que luego de comer un poco de katsudon juntos, se quedaron dormidos automáticamente. 

Mientras desayunaban, Victor le propuso salir a cenar aquella noche. Aunque al principio quizás se negó, debido a que no quería que el ruso pagara absolutamente todo (tenía que aceptar que su novio estaba acostumbrado a ello) pero terminó cediendo y se ganó un abrazo pegajoso de Victor. 

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Aunque no era un lugar demasiado formal, Yuri solía ponerse muy nervioso antes de ir a cenar a un lugar ajeno. Sin embargo, Victor le dijo que no debía preocuparse demasiado. ¿Qué se traería entre manos? El japonés suspiró, resignado, y se acomodó la camisa mientras se miraba al espejo. Había decidido no ponerse una corbata, ya que la última que había usado (en la entrevista luego de su victoria contra Minami) había sido cruelmente quemada por Victor en su vuelta a casa. 

Salió temprano de la casa, caminando hacia el restaurant. Victor había salido antes, ya que supuestamente debía "hacer las reservaciones" pero Yuri no era idiota y había visto su billetera colgando desde el bolsillo trasero de su pantalón. Una risita surgió de sus labios y se tapó la boca con la mano, discreto. 

- Victor, idiota- susurró suavemente 

Ya una vez fuera del lugar, se sentó en la banca que había junto a la ventana. Y esperó. Siguió esperando. Esperó aún más. Según su reloj de muñeca, había pasado media hora desde el momento en que habían acordado encontrarse. Yuri estaba tan tenso, que no podía pensar en nada más que ver a Victor y pegarle un buen puñetazo. Tenía un poco de miedo, y eso le jugaba en contra siempre. Ni siquiera se fijó en que un hombre se había sentado a su lado y estiraba su mano hacia él. El grito se le atrancó en la garganta, pero sus manos reaccionaron y comenzaron a tirar golpes en todas las direcciones. Eso fue hasta que notó el tono de la voz. 

- ¡Yuri! ¡Yuri, soy yo!

Victor lo miraba fijo, preocupado, y le sostenía las muñecas. Yuri se relajó, pero la furia que lo había invadido el día anterior lo llenó de pies a cabeza y los ojos se le llenaron de lágrimas, al mismo tiempo que seguía lanzándole golpes al ruso. 

- ¡Esto es tu culpa!- sollozó- ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto? 

- Fui a comprar esto 

En su mano había un ramo de flores, y su rostro le regaló una sonrisa tierna. 

- Hoy hace dos años que nos conocimos, Yuri- dijo- Pensé que no lo recordarías, ya que eres bastante malo con las fechas. Pero yo no puedo olvidarme de este día. Como olvidar el día en que conocí al cerdito que me cambiaría la vida 

El japonés se puso como un tomate, y para Victor aquello fue demasiado adorable. 

- G-gracias...- musitó Yuri, aún avergonzado- Lo siento. Pero... no me gusta quedarme solo 

Los ojos del ruso se abrieron como platos de té. 

- No me gusta que te vayas 

Victor rió suavemente y lo abrazó. Yuri se aferró ligeramente a su saco; se sentía protegido con su cercanía. 

- Te quiero tanto- musitó el ruso con tono dulce 

- Pero ni siquiera pienses que vas a salvarte 

La respuesta de Yuri lo dejó atónito. El moreno sonreía altivo, tal y como lo recordaba en algunos momentos de malicia que tenía. 

- Me las vas a pagar, y con creces- anunció Yuri y su lengua se deslizó por su labio superior mientras le guiñaba el ojo- Hoy vas a ser castigado, Victor Nikiforov 

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Demonios. Era lo único que pensaba mientras Yuri realizaba mi "castigo" Aunque al final no resultó tan malo para mi integridad física, sino para mi billetera. Hizo que le comprara un montón de dulces, cual niño pequeño. Chocolates, pequeños caramelos, paletas, gomitas. Básicamente me desvalijó la cuenta para la cena en comida que compartió a duras penas conmigo. Sin embargo, no pude evitar reír al verlo tan feliz entre aquellos dulces. 

En algunas cosas, seguía siendo un cerdito. 

Mi cerdito. 


Yuri, el príncipe caprichoso [Yuri!! on Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora