Cap 8

319 33 16
                                    

Al fin llegamos al lugar donde estaba mi padre, mi corazón palpitaba rápidamente y mis manos estaban sudorosas, nunca en mi vida había estado tan nervioso.

—Usted es pariente del preso Casablancas?— preguntó uno de los policías acercándose a nosotros.

—Si... soy su hijo— respondí débilmente.

—Sígueme por favor— ordenó mientras se alejaba.

Juliet se quedó en la sala de espera  y yo seguí a aquel policía, adentrándome en aquel lugar que me causaba tantos escalofríos.

De un momento a otro me encontraba en una sala con sillas, dividida por un cristal en la parte superior y unos teléfonos para poder hablar con los presos a través de el. Toda la sala era de color gris y las decoraciones en color negro, lo cual inspiraba tristeza y melancolía, más aún de la que ya tenemos todos en este lugar.

El policía me indicó con su mano el lugar donde debería estar y tome asiento. Fue entonces cuando lo vi, su cabello había adquirido un color grisáceo, perdiendo el negro que había tenido alguna vez. Su cara ahora tenía unas grandes arrugas por todas partes y unas ojeras por debajo de aquellos ojos con la mirada perdida y triste. Caminaba lentamente, como si deseara no volver a dar ningún otro paso nunca más.

Aquellos segundos parecieron ser eternos, pero al fin lo tenía frente a mi. Él alzó la mirada y su cara cambio totalmente de expresión, como si tuviera ante él lo que más ansiaba en esta vida.

—Julian?— preguntó a través del teléfono y tomando asiento frente a mi. Probablemente no me reconocía del todo, la última vez que nos vimos yo era prácticamente todavía un niño.

—Si, soy yo— respondí con dificultad al ver su reacción.

—Eres... no puedo creer que seas tú, mira en lo que te has convertido, todo un hombre—añadió con orgullo, examinándome completamente.

Moví suavemente mis labios, formando una leve sonrisa.

—He cambiado un poco.

—Tienes los mismos ojos de tu madre— añadió con una mirada dulce, probablemente falsa.

—Los cuales tú podrías seguir viendo si no hubieras seguido tus impulsos— dije sin piedad.

—No quiero hablar de eso, así que dime, ya tienes una esposa e hijos?

—No.

Antes de que yo pudiera justificar mi respuesta, él se adelantó, lo cual me tomó por sorpresa.

—Acaso nunca podrás hacer algo bien? Siempre has sido un fracasado y lo seguirás siendo, espero que algún día logres hacer al menos la mitad de lo que yo hice— dijo alzando la voz, mostrando cierta decepción y molestia.

Aquellas palabras me dolieron como miles de pequeñas navajas dentro de mi, recibir palabras así es doloroso, aún más tratándose de alguien como mi padre.

Sentí algo de impotencia, pero después de todo alguien necesitaba decirle todas sus verdades.

—En serio crees que me gustaría ser como tú? Por favor... —tome el valor y me acerqué más a aquel cristal que nos separaba —Yo no voy a convertirme en un abogado que se fue a la ruina por sus estúpidos negocios, yo no voy a convertirme en un abusador, no voy a convertirme en un alcoholico y drogadicto, pero sobre todo, sabes que? Nunca seré un asesino. Yo soy muy diferente, no intentes compararme, simplemente no quiero nada que me haga parecerme a ti.

—Hijo, por favor no— añadió en un tono de voz totalmente diferente, nunca pensó que yo le hablara de tal manera.

—Acaso no te arrepientes de todo el daño que nos hiciste a mi madre y a mi? 

Al recordar todo yo estaba al borde del llanto, pero el siempre decía esta estúpida frase de "los hombres no lloran", lo tomaría como un signo de debilidad por mi parte.

—Ya basta! Hijo!

—No me llames así, no soy tu hijo, no soy tu amigo y no soy tu enemigo, aquí se acaba todo, disfruta todo mientras te pudres en prisión y si algún día sales de aquí, no te molestes en buscarme.

Deje el teléfono donde estaba previamente, así que ahora sin poder escucharlo pude ver cómo sus labios formaban un "no" y otras cuantas cosas que no pude descifrar.

Me levante del asiento y camine rápidamente hasta la salida, mientras me reprochaba por haber aceptado esta idea.

Al llegar a la sala de espera Juliet se levanto de un salto al verme de regreso.

—Como te fue?— preguntó con preocupación.

—Todo un fracaso! que esperabas Juliet!?

—Pero...

—Lo siento, no debí hablarte así— dije arrepentido.

Una lagrima recorrió mi mejilla, por lo que ella se acercó a mí con los brazos abiertos, sin pensarlo acepte aquel abrazo, aferrándome a ella y desahogándome sobre su hombro.

Human Sadness (Julian Casablancas) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora