Cap 10

334 39 9
                                    

Tomé un gran trago de la botella de vodka que tenía entre mis manos, tanto alcohol provocaba que mi garganta ardiera cada vez que lo hacía, tal como cientos de pequeñas espinas dentro de mí.

Mi mirada estaba perdida, no quería mirar a ningún lugar fijo. A pesar de que las lágrimas trataban de salir, yo las retenía, simplemente quería evitarme esa fatiga de hacerme sentir peor.

Deslicé lentamente una de mis manos por mi pierna hasta que llegué a sentir el frío del suelo. Ni yo mismo recuerdo cómo es que terminé aquí.

Yo sabia que hacer esto no estaba bien, pero aún así rebase mi límite y seguí bebiendo, probablemente un poco más de media botella. Y fue así cuando me di cuenta que nunca deje el alcohol por completo, siempre había estado ahí desde cuando yo era un niño.

Escuche un ruido y entonces la puerta se abrió, y a través de ella, apareció Juliet, quien rápidamente se acercó y se arrodilló frene a mi.

—Julian?— Preguntó poniendo sus dos manos en mis mejillas.

—No te preocupes por mí— respondí débilmente.

Suspiró, se sentó al lado de mí y me arrebató la botella, dejándola a un lado.

—Prometiste dejar tus vicios.

—Simplemente no puedo— dije cabizbajo.

—¿Como piensas salir adelante si sigues así? Por favor Julian! Arruinas tu vida! El alcohol no sirve de nada— dijo alzando la voz, haciéndome sentir mal por mis actos.

—Tengo la vida arruinada... sabes? Aveces desearía no haber nacido nunca— dije mientras una lagrima recorría mi mejilla.

—No digas tonterías!

Me quede en silencio, sin saber qué hacer o decir, así que mire hacia la ventana, el viento azotaba a los árboles y comenzaba a oscurecer.

—Que es esto?— preguntó Juliet tomando la libreta que se encontraba al lado de mi, para ser honesto, ya había olvidado que la tenía ahí, antes de embriagarme logré escribir un par de ideas.

—No lo veas!— respondí intentando quitársela de las manos.  Pero obviamente por el estado en el que me encontraba, ella pudo más que yo.

Juliet se entretuvo mirando mi trabajo por un corto tiempo.

—Es poesía?— preguntó sin apartar la vista de la libreta.

—Canciones, querida.

Revisó las demás hojas con bastante cuidado, analizando cada una de las letras. Mientras que yo me moría de la vergüenza y los nervios, pensando en la opinión que ella tendría sobre mi trabajo.

—Julian, te das cuenta de lo que es esto!?— preguntó clavando sus enormes ojos en mí, lo cual me hizo pensar que daría una opinión negativa —Esto es oro! Eres un gran compositor!

Aquel comentario me dejó perplejo, siempre pensé que mi trabajo nunca sería reconocido de tal manera.

—En serio?— pregunté aún sin creerle.

—Si, nunca has pensado en ser cantante o al menos vender tus canciones?

—La verdad no.

—Tienes talento Julian, solo te falta desarrollarlo.

—Será mejor que después hablemos de esto, probablemente para mañana ya no lo recuerde— dije sacando la verdad.

—Bien, vamos, es hora de descansar— dijo poniéndose de pie y tirando la botella a la basura.

Aunque con algo de dificultad, también logre ponerme de pie y caminar hacia mi habitación, para al fin poder acostarme en mi cama, pero sin poder dormir toda la noche.

Human Sadness (Julian Casablancas) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora