Arrepentido

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Rápidamente bajé hasta la cancha donde ya se había formado un pequeño gran circulo de gente alrededor de mi herido amigo.

—No lo muevan. —ordenó el entrenador.

Me acerqué hasta que pude verlo. Estaba tirado con una mueca de dolor en su rostro. Traté de acercarme hasta el pero el entrenador me lo impidió.

Después de un rato llegaron los paramédicos. No pensé que hubiese sido tan grave. En una camilla se lo llevaron hasta una camioneta blanca en la que se leía ambulancia.

Intenté ir con el, pero no me dejaron y me dijeron que me fuera a clase. El entrenador se fue con la ambulancia y como aun faltaba para que se terminara la clase, tuvimos hora libre.

En las gradas había muchas chicas, me acerqué y en medio de todo ese barullo estaba Haniel con la cabeza entre las manos y los codos apoyados en las rodillas. Las chicas no dejaban de consolarlo y decirle que todo había sido un accidente y que no tenía razón para ponerse así. Me acerqué más a el y el alzó la vista hacía mi. Tenía los ojos llorosos. Que  delicado salió. O bien está armando una escena para llamar la atención de las chicas.

—Lo siento, lo siento mucho de verdad...—fueron las palabras que salieron de su boca al verme.— yo...no, yo no quería...

Lo miré dudosa. Tratando de descifrar si mentía o de verdad se sentía mal.

Antes de que pudiera contestarle las chicas continuaron "consolandolo". Haniel se hundía cada vez más conforme las chicas hablaban. Vale, que hasta a mi me abrumaban.

—Escuché que necesitan voluntarias para cuidar de Santiago.

Dije lo primero que se me ocurrió para que se alejaran. Y al parecer funcionó. Despues de mirarse unas a otras, corrieron como una manada de ovejas siendo perseguidas por uno de esos perros ovejeros. Haniel se paró y comenzó a caminar en la misma dirección que las locas de mis compañeras en celo.

—¿A donde vas? —lo detuve.

—De voluntario, —se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Se  ve adorable. —Yo soy el responsable de que este en el hospital.

—No piden voluntarios —le confesé y me miró confundido— lo dije para que te dejaran en paz. Parecías muy atormentado con todas esas chicas a tu alrededor ¿sabes? Y ese sería el sueño de todo hombre —intenté hacerlo reir o por lo menos sacarle una sonrisa, pero fue inútil, solo hizo una mueca rara y miró al piso. Me acerqué hasta el y le alcé la cabeza para que me mirara. Sus ojos estaban llorosos de nuevo intentando controlar las lágrimas. Y yo seguía sin saber si lloraba solo para que lo compadecieran. —Fue un accidente, o eso espero que haya sido

—¡Claro que lo fue! —respondió inmediatamente exaltado —nunca quise ni le haría daño por voluntad propia.

Parecía realmente sincero, y le creí. No habia visto tanta sinceridad nunca.

—Esta bien, vamos.

Con mi mano en su espalda lo guié hasta la cafetería. Despues de comprar dos cafés nos sentamos en un mesa que daba a la ventana. Haniel estaba muy callado. No parecía en absoluto el mismo Haniel que me habia invitado un helado.

Giró su mirada hacia el exterior, parecía estar en otro lado y haberse olvidado por completo que yo estaba con el.

—¡Haniel! amigo, te he estado buscando por todas partes.

Diego estaba enfrente de nosotros y respiraba agitadamente.

—¿Como está? —me preguntó

—No lo se, la ambulancia se lo llevó y...

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora