Primer día

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—Es un oso. Estoy segura que es un oso.

—Ya cállate, Amanda. Me estás poniendo nerviosa. —le dijo una de las chicas.

La puerta de la casa de campaña fue rasgada. Una enorme cabeza de oso fue lo primero que vi, todas comenzaron a gritar como locas, así que mi primera reacción fue lanzarle una patada. El oso gritó.

Pero... los osos no gritan.

Salimos de la tienda, todo estaba oscuro y un alumno con cabeza de oso estaba tirado en el pasto. Los demás comenzaron a salir de su tienda y a preguntar que pasaba, incluidos algunos maestros.

—¿Qué ocurrió? —preguntó uno.

—Un oso deforme nos quizo atacar —respondió Amanda.

—No es un oso, pendeja —le gritó una chica.

El hombre-oso se levantó y se quitó la máscara. Era un tipo de último grado. Su nariz sangraba.

—Solo era una broma. Tienes una patada muy poderosa —dijo sonriéndome. Por fortuna no se enojó.

—¿Quien lo diría? —Haniel apareció detrás de mí y como todos, estaba en pijama. Tan pronto apareció, las chicas comenzaron a susurrar y soltar risitas estúpidas. Me dieron ganas de jalarles las greñas y gritarles en el oido que el es mío. MÍO.

—Vuelvan a dormir —dijeron los maestros. Pero nadie se quería dormir. La emoción del viaje era demasiada, nadie tenía sueño —Ok, ok. Pueden estar aquí afuera, pero no incendien el lugar, por favor.

Entraron a su respectiva casa de campaña y Diego tomó el mando con gran facilidad.

—Ustedes traigan troncos, leña, lo que encuentren para enceder una fogata —ordenó a unos cuantos —. Los demás busquen troncos para sentarnos alrededor.

Haniel tomó mi mano y recorrimos el lugar en busca de un tronco.

—¡Vachel! —se acercó una chava que está en nuestro salón, pero que nunca me había hablado.

—Hola... Raquel —respondí mientras me preguntaba por qué me estaba hablando, creí que le caía mal.

—Oh, hola Haniel. No te había visto.

—Seguro —contestó el con una sonrisa. Claro que lo había visto.

—¿Les importa si voy con ustedes en busca de un tronco?

—Si.

—No.

—¿Qué?

—Si nos importa —le dijo Haniel.

—No es así —respondí intentando hacer más amable la honestidad de él.

—Entonces, voy con ustedes.

Se puso a nuestro lado, mas bien del de Haniel, y se sujetó de su brazo. Se colgó de el como un koala sujetando un tronco. Ni siquiera yo lo agarraba así, y eso que es mi novio. Haniel hizo una mueca de desagrado y le quitó la mano y abrazó mi cintura.

Raquel intentaba en todo momento llamar la atención de Haniel: tropezándose, diciendo que le daba miedo la oscuridad, hablando del dinero de su familia, que le gustaban los chicos con ojos azules y si, sentí la indirecta.

—Me gustan las personas buenas —por alguna extraña razón del más allá, comenzó a describir su personalidad, pero estoy completamente segura de que no es ni la mitad de cierta.

—Que bien —Haniel no le ponía la menor antención, incluso se burlaba de las mensadas que decía para tener "algo en común" con el.

—Realmente no me fijo en el físico. Yo me intereso más por lo que hay en el interior de las personas.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora