Sorpresa

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Bostecé una vez.

Otra vez.

Y otra vez.

Quería que Haniel se despertara. Había leído en muchos libros que la voz matutina de los hombres es más sexy, por que está más ronca y profunda, y quería comprobarlo.

Como no se despertaba decidí moverme un poco en la cama. Todo lo que hizo fue gruñir y voltearse del otro lado.

—Haniel —susurré —Haniel...

—¿Mhmm?

—Eh... hola

Abrió un ojo y lo volvió a cerrar, luego abrió el otro y lo cerró. Parpadeó y abrió los dos, cuando me vió sonrió y pasó su brazo por mi cintura, me acercó a él y me apretó su abrazo. Fue la mejor sensación del mundo. Me acercó hasta que su boca pudo dejar un beso en mi frente.

—Buen día —su voz. ¡Oh, su voz!. Era cierto, entre más profunda y ronca; más sexy.

—Tenemos que ir a clase —le dije —, hoy hay examen de mitología griega.

—No tenemos clase de mitología griega.

—Ya lo sé, pero el profesor de historia nacional cree que debemos saber sobre eso. Le encanta la mitología.

Salí del cuarto al mío en busca de mi uniforme.

— 'Cause you make me feel like I've been locked out of heaven For too long, for too long Yeah, you make me feel like I've been locked out of heaven For too long, for too long —Haniel comenzó a cantar Locked out of heaven de Bruno Mars, cantaba muy alegre.

—¿Por qué tan feliz? —pregunté sonriendo

—Bueno, es que hoy va a ser un gran día... para ti y para mi —me respondió sonriendo

—¿Enserio? ¿Por qué?

—Ya verás...—me dejó con la duda y bajé a la cocina. Me encontré con Diego. Estaba sirviéndose cereal.

Me miró. Sentí su mirada. Era una mirada fría, calculadora, de alguien que le guarda recelo a alguien. En este caso sabía por que me miraba así: no me quería cerca de Haniel.

—Entonces... pasaron la noche juntos —su tono de voz era interrogante, acusatorio e inseguro.

—Si, pero no es lo que piensas —respondí rápido

—¿Ah, no? —alzó una ceja —¿me vas a decir que solo durmieron sin "hacer" nada? —preguntó burlón y yo asentí.

—Aunque no lo creas.

—Mira, Vachel, yo...—en ese momento sentí como si fuera a tener una charla, esa famosa charla: "La charla" que dan los padres a los hijos, claro que no sería el caso. Me puse nerviosa debido a que no quería hablar con el, al menos no ahora.

—¡Hola, Diego!—dijo Haniel bajando de las escaleras. Suspiré de alivio, interrumpió la charla.

—¿Qué hay? —saludó Diego de vuelta

Abrí la nevera para servirme un poco de nieve, pero...

—¡Alto ahí! ¡Nadie se mueva!

Ambos se quedaron inmóviles, asustados y con las manos alzadas.

—¿Q-qué ocurre, Vachel? —me preguntó Haniel

—Ya no hay nieve, ¿quién la tiene? —miré detenidamente a cada uno

—Yo, la escondí en mi zapato —creí escuchar una pizca de saracasmo en la voz de Diego

—¡Diego! —lo regañó Haniel —sigue en sus días, no la hagas enojar —dijo entre dientes creyendo que no había escuchado y después se acercó a mi

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora