Una cita

492 26 1
                                    

*¤*¤*

La mano de Haniel sobre mi hombro se tensó. Me sonrojé ante lo que dijo Adrián.

Su cabello parecia muy sedoso y daban gabas de acariciarlo, pero había algo en su aura que no terminaba de gustarme. O quizás solo estaba de malas por mi pelea con Santi.

—Asi que...¿son novios? -preguntó Adrián.

—No

—Si

¿QUE?

—Digo, no...—corrigió Haniel.

Adrián seguía disfrutando de mi confusión, y la de Haniel.

—¿Eso quiere decir que tengo una oportunidad? —me preguntó coqueto.

¿Que se supone que tenía que responderle?

No, lo siento, me gusta Haniel.

No, no es cierto, no me gusta.

Bueno, quizás poquito.

No, ni poquito.

¿De verdad?

Si. No. No se...¡aaah!

Comenzaba a parecerme a Haniel. Tanto estres me estaba volviendo loca.

—No. No la tienes rubio teñido oxigenado. —Adrián pareció ofendido —Vamonos arriba Vachel, tenemos que hacer...algo.

—¿Algo? —preguntó Diego

—Ya sabes..."cosas" —respondió Haniel moviendo las cejas de arriba-abajo rápidamente.

—No ese tipo de "cosas" —les aclaré para que no pensaran mal por al tono pervertido que usó Haniel.

—Un gusto conocerte —dijo Adrián.

—Quisiera decir lo mismo —respondió Haniel

—No hablaba contigo —me guiñó un ojo.

Haniel gruñó algo parecido a "rubio de mierda" y despues tomandome de la cintura me llevó al segundo piso, entramos a mi cuarto y cerró la puerta con fuerza.

—¿Que "cosas" tenemos que hacer?

-aah...pues...¿tarea?

—No tenemos tarea

—Ah, pues ya sabes, "cosas" —sonrió coqueto.

Empezó a caminar hacia mi y yo retrocedí hasta que sentí la pared en mi espalda.

Recargó sus manos en la pared a ambos lados de mi cabeza y fue acortando distancias hasta que nuestras caderas estuvieron pegadas.Podía oler su perfume, parecía una especie de afrodisiaco que afectaba mis neuronas. Acercó su rostro al mío, tanto que nuestra respiraciones parecían una sola. Mi corazón latia muy rápido, a manera que sus latidos parecían haber desaparecido. Colocó sus manos en mi cintura, inclinó ligeramente su cabeza y entre abrió los labios haciendo que yo hiciera lo mismo casi de manera automática. Abrí mis ojos que sin querer había cerrado para apreciar su azul mirada. Pero en vez de ver a  Haniel, vi el rostro de Ulises.

Con un rodillazo en su entre pierna logré que se alejara. Haniel se tiró al piso por el dolor que estaba sintiendo.

—¿Qué pasa contigo? —preguntó levantándose del piso —con decir que no, era suficiente.

Lo miré y era Haniel otra vez.

—Yo...l-lo lo siento. —comencé a temblar involuntariamente— yo n-no quería hacerlo...p-pensé que...

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora