Demonio

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—¡Ha-han... —intenté gritar, impedirle que lo hiciera, pero el dolor me estaba torturando y me impedía hablar.

El otro Haniel salió de la cocina con un vaso de leche, cuando miró a Haniel comenzó a reir.

—¡Aw... pero que romántico! Se va a cortar las alas por ti —fingió conmoverse.

La espalda de Haniel estaba bañada en sangre y a mi el dolor me mantenía despierta. Diego entró corriendo y golpeó al falso Haniel.

Gracias, Diego.

Le quitó el cuchillo a Haniel y lo lanzó fuera. Haniel se dirigió al farsante y parecía intentar luchar por golpearlo o hacer algo más. Diego daba una buena pelea, pero no lo suficiente. Sus alas aumentaron su brillo violeta conforme se acercaba al... demonio que estaba frente a el. Diego estaba muy lastimado y se acercó para intentar ayudarme. El demonio comenzó a retorcerse y a retroceder. Haniel se quemaba con su cercanía. Los ojos de Haniel despidieron un brillo tornasol y el demonio se fue transformando hasta convertirse en...

Adrián.

—¡TU! —gritó Haniel vomitando coraje.

—¿Sorprendido?

—¿Qué quieres? ¿Por qué la quieres matar?

—¿Yo?... Bueno, digamos que solo me estaba divirtiendo un poquito con ella. No la iba a matar dolorosamente. Ese no es mi estilo y tu lo sabes.

—Eres un maldito demonio.

—¡Adivinaste! Vaya, tantos siglos de conocernos y aun no me recuerdas. Esa caída en verdad te afectó.

—¿Qué quieres?

—Nada, en realidad. Solo... destruirte.

—¡Pues aquí me tienes! ¡Inténtalo! Pero te advierto, no vuelvas a acercarte a ella.

—El tiempo pasa y siguen encontrándose. Quién diría que existe el destino. No puedo irme sin ella, o si no, ¿cómo te destruiría? Te he dicho muchas veces que no te enamores. Pero nunca escuchas.

El físico de Haniel comenzó a cambiar levemente, su cuerpo se veía más trabajado y su cara parecía una obra de arte. Desprendía la esencia de algo superior. Como un Dios. Adrián lucía superior pero de una forma maligna.

Ángel y Demonio.

Blanco y negro.

Bueno y malo.

Eros y Tanatos.

Haniel gruñó y expandió sus alas más que antes, eran enormes. El brillo comenzó a quemar a Adrián y en el momento en que giró rasgó a Haniel con el esqueleto de sus alas oxidadas. Haniel disfrazó una mueca de dolor y se acercó a él. Sacó su arco —que de alguna forma ahora podía ver—, cogió una de sus flechas y se la encajó con las manos directo en el corazón. Comenzó a derramar sangre que parecía estar en llamas, quemándole la piel a su paso.

Diego me dió una sonrisa que me pareció de una extraña manera reconfortante y se acercó a Adrián. Un humo completamente negro apareció a su alrededor y cuando se dispersó... ya no estaban.

Ninguno de los dos.

Habían desaparecido.

Haniel se quedó tan asombrado como yo y despues de unos segundos se acercó hasta mi. Ahora podía ver sus ojos de nuevo, este es mi Haniel.

*¤*¤*

Cuando abrí los ojos, no reconocí el lugar, solo miré a mi derecha a Haniel, no dejaba de mirarme.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora