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Cuando Haniel se reincorporó, supliqué a todos los dioses, santos, angeles, perros, salchichas y cabras que no se fueran a golpear aquí mismo, ahora.

Y al parecer, mis súplicas fueron escuchadas. Haniel sólo lo medio-asesinó visualmente y salió de la habitación como alma que lleva el diablo.

—¡¿PORQUÉ LO GOLPEASTE?!

—¡No paraba de gritar!

—Yo también grité, ¿porqué no me golpeas a mi tambien, eh?

—Porque...tu eres, una mujer.

—¿Y? Ahora me vas a salir con que eres machista.

—¿Machista? -repitió burlón Adrián —si fuese machista, te hubiese pegado. Sólo intentaba defenderte.

Al decir esto último bajó la mirada a sus manos que jugaban nerviosas con sus dedos. Se me hizo dulce de su parte, pero con Haniel, MI Haniel...

Quiero decir, mi AMIGO Haniel, no se metan.

Suspiré pensando qué responderle.

—De acuerdo —su ánimo mejoró —, pero tienes que ir a pedirle una disculpa a Haniel.

Me miró como diciendo “mejor pideme que meta un cangrejo en mi pantalón". Mi mirada se mantuvo firme y finalmente exhaló derrotado.

—Está bien.

No se movió, seguía parado sin hacer nada.

—¿Y bien? —se encogió de hombros.

—No está, esperaré hasta que lo vea.

En ese preciso momento Haniel entró por la puerta, y yo tenía la fuerte sospecha de que había seguido espiando.

Lo miré y el me miró, despues miró a Adrián y el a mi, yo miré a Adrián y el a Haniel, y así estuvimos compartiendo miradas por un buen rato.

—¡Basta! —me tenian cansada

—Adrián —habló inocente Haniel —, ¿Tienes algo que quieras decirme?

Y eso confirmaba mis sospechas.

—Lo siento —murmuró

—¿Que dijiste? No te entendí.

Adrián lo miró feo.

—Dije que lo siento.

—Aun no puedo oirte...—Haniel puso sus manos alrededor de su oreja para "escuchar mejor".

—Lo siento —esta vez habló mas fuerte

—No te esc...—

—¡Por el amor de Dios, Haniel! Ya te pidió perdón, no te pongas nena. —su comportamiento comenzaba a ser infantil nuevamente.

Me torció los ojos y se sentó en una silla esquinada.

—Aahm...parece que..hablaremos luego.

—Eso parece...

—Nos vemos linda —Adrián se acercó y besó mi frente —cuidate.

Asentí y despareció tras la puerta.

Miré a Haniel y estaba con los ojos en blanco y haciendo gestos raros con la boca y con voz chistosa repetía lo que Adrián había dicho.

—Aun pienso que sólo quiere sexo.

Ahí vamos de nuevo.

—Haniel, eres un paranoico. —se cruzó de brazos —los hombres no piensan en sexo todo el dia, todos los dias, con todas...—

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora