Amor imposible.

Otra oportunidad.

Al momento que entramos y vimos a mi madre en la camilla, mi papá no dudó ni un segundo y agarró su mano, me quedé parada contemplando todo, mamá se percató de nuestra presencia y lentamente abrió los ojos. Volteó para ver a papá y vi un gran brillo en sus ojos y comenzó a llorar.
– ¿Qué haces aquí?–dijo mi mamá hablando con pocas fuerzas.
– Jade me avisó sobre lo que pasó y no dudé en venir a ver qué tal estabas...sé que lo nuestro terminó mal pero me sigues importando.
– Me hiciste mucho daño...–dijo mi madre sentándose en la camilla, su expresión se volvió fría– Quiero que te vayas, no te quiero ver.
– Pero...no me puedo ir, no las volveré a dejar, no ahora, me necesitan como yo a ustedes.–dijo casi al borde de llorar.
–Mamá–dije interrumpiendolo– Creo que se merece una segunda oportunidad, además el doctor dijo que debemos estar protegidas, sabes muy bien que yo soy torpe y no te puedo proteger, papá es el indicado. Mi madre soltó un suspiro y volvió a acostarse, se quedó pensando.
– Está bien, se quedará con nosotras pero si vuelves a irte yo...–dijo y mi papá la interrumpió.
– Ya dije que no me volveré a ir y si me voy, será con ustedes.–dijo y mamá se quedó callada.
Terminaron de hablar y salimos de la habitación para que pudiese reposar. Papá estuvo preguntando por mi escuela, cómo me iba, le expliqué todo, la muerte de Mildred y que conocí a pocas personas pero que me hacían feliz. Aunque claro, también hubieron personas que me hicieron mucho daño. Él se sorprendió por lo de Mildred y me abrazó, necesitaba uno de sus abrazos.

Salimos a tomar un café pero Damian se tuvo que ir, lo vería mañana pues se quedaría conmigo el tiempo que estuviese mi mamá aquí.
Papá me contó sobre su trabajo, él tiene otra familia sin embargo no se lleva bien con su esposa.

– Creo que tengo mala suerte con las esposas.–dijo y me reí fuerte.
– Se nota.– sonreí.–¿Y tienes otras hijas?–pregunté seria.
– Sí, bueno, 3 hijos.
– ¿Niñas?
– No, son niños.
– Ah...qué bueno.
– Tú eres mi única niña.–ambos sonreímos. Lo extrañaba tanto.–pensé.
– Pensé que había otras impostoras pero no, no debo preocuparme.
– Tú eres mi consentida y nadie te quitará ese lugar.
– Lo sé, pero quiero conocer a mis hermanastros. Bebí un poco de refresco.
– Mmm, después.
– Papá...–dije haciendo puchero.
– En vacaciones, ¿sí?
– Falta mucho.–dije cruzándome de brazos.
– No, ya falta poco, no más reproches y come.

Me quedé callada y empecé a comer, tenía curiosidad por conocerlos.