COMIENZOS

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Narra Karen:

Abrí los ojos lentamente, sintiendo como la brisa golpeaba mi cara... ¿Brisa? ¡En mi habitación no hay ventana! ¿Donde diablos estoy? Me incorporé de golpe y noté como un escalofrío rondaba por mi cuerpo. Estaba en una habitación oscura, la puerta estaba a abierta y al fondo lograba ver una luz roja pálido. Salí a investigar.
Llegué al fondo del pasillo, habían dos hombres de casi dos metros vestidos elegantemente y armados hasta los dientes. A ellos no les hizo gracia verme, trataron de intimidarme con su mirada. Mordi mi labio y puse todos mis sentidos alerta, para así poder notar cada uno de sus movimientos. El hombre de la derecha se acercó y dejó ir su puño en mi cara, se fracturó tres dedos y se torció la muñeca; el otro esbirro disparó pero las balas no me hicieron ningún rasguño; así que lo golpeé en la cara y lo lance sobre el otro dejándolos inconsciente. Abrí la puerta y habían más de esos tipos.
Di un paso y uno de ellos me miró amenazante, respondí a su mirada con una fría y acusadora; el retrocedió y yo sonreí complacida.

—Ja, ja, ja. Tu valentía no te servirá ahora, morirás en el intento—dijo un hombre con cabello verde. Era el mismo sujeto del aerodeslizador. —Retar a Thiago es como tentar con tu vida.
—Yo creo que la valentía siempre sirve—dije sin quitarle los ojos de encima. —Y dejame decidir a mí sí quiero o no tentar con mi vida.
—¿Y qué te hace estar tan segura? La mayoría de mis prisioneros sienten pavor al estar aquí.
—Siempre hay alguien más fuerte.
—Supongo que ese alguien eres tú—dijo acercándose a mí. —¿Qué te hace fuerte?
—El valor, algo que a tí te falta a mares.
—¿Crees que no te tengo valor?—dijo mientras se llevaba la mano en la que tenía dibujada una sonrisa. —Sólo con chasquear mis dedos puedes morir en cuestión de segundos.
—¿Debería asustarme? Tú no me harás nada, ¿quieres sabes por qué?
—¡Sorprendeme!—dijo acomodándose en su sofá.
—Porque saldré de aquí. Pero antes todos tus juguetes estarán en el suelo derramando sangre—dije señalando a los sujetos. —Me encargaré de dejarte gravemente herido y luego regresaré a cualquier lado menos a este—dije sonriendo y haciendo gestos teatrales.
—¿Estás segura?—dijo arqueando las cejas incrédulo.

No le respondí, antes de que el terminará su estúpida frase yo ya me había encargado de dos de los ocho hombres que habían ahí. Uno de ellos me disparo, pero me alejé lo suficiente para que la bala penetrará en dos de aquellos hombres haciéndolos morir, van cuatro. Le di un puñetazo en la cara haciendole sangrar, tomé el arma y le dispare a los tres esbirros que de acercaban, van ocho. Los otros dos me atacaron por la espalda, así que me di la vuelta y le di una patada en la entrepierna a uno de ellos, fracturando su genital, y al otro le doble su brazo y lo puse en su espalda, lo empuje y este término en la pared, van diez.

—¡Alucinante! ¡Magnífico!—dijo el mismo sujeto aplaudiendo. —¿El coraje, eh? Vas a necesitar más de eso para vencerme.
—Por Rao, ¿no has visto la manera en la que acabé con diez de tus esbirros?—dije arqueando las cejas. —Apenas es el comienzo.
—¿Debo estar asustado?—dijo mientras se reía teatralmente.
—Mucho.

Vole hacia el tomándolo por el cuello; el simple hecho de volar lo dejo asombrado, pude tomar ventaja estrellándolo en la pared. El me golpeaba, pero no me hacía daño; se me escapó una ligera sonrisa. Le golpeé en la cara haciéndolo sangrar, y en la entrepierna haciéndolo estremece por el dolor, termine por darle una bofetada dejándolo en el suelo inconsciente. Salí de esa habitación, no habían más guardias, pero el piloto y el copiloto no les gustó verme afuera.

Tomé un arma y sujeté el gatillo, antes de que ellos pudieran reaccionar había sangre por todos lados. La nave se venía abajo, tome el volante, intente dominarlo pero no lo logré. Entonces vi un botón de explosión, lo oprimí; tenía diez segundos para salir, abrí la puerta y vole lo más rápido que pude dejando atrás la explosión.
Sentí como la brisa golpeaba mi cara, era libre. Pero estaba libre y pérdida. Por si fuera poco, un aerodeslizador negro tenía toda sus armas dirigidas a mí. Vole hasta estar frente al piloto. Vestía de negro y llevaba una máscara. En su aerodeslizador llevaba impregnada la silueta de un murciélago.

—¿Quién eres?
—No es de tu incumbencia—dijo apretando el gatillo amenazador.
—Bueno, señor "no es de tu incumbencia", vengo en paz. Lo único que quiero es regresar a casa. 
—¿Quién eres?—dijo
—Kar.
—Sube—dijo mientras se abría la puerta de su aerodeslizador.
—Antes me dirás quién eres y donde estoy.
—Soy Batman, y estás en Gotham City. Soy el vigilante de esta ciudad—dijo.
—Supongo que eres de los buenos, ¿verdad?
—Correcto, ahora sube—dijo mientras me posicionaba frente a la puerta del aerodeslizador.
—Si eres de los malos te daré una paliza.
—Entra de una vez—dijo poniendo una voz muy ronca.

Moraleja del día: Nunca hables con desconocidos, y menos si el desconocido habla como si estuviera enfermo. Podría ser un enfermo mental. ¡Qué el poder de todo lo bueno me proteja porque ya la cague!
Moraleja #2 del día: No ser tan estúpidas como esa tal Karen Danvers.

Las últimas hijas de Krypton: Comienzos. [P.1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora