Capítulo 9: Tierra de dioses

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-Finalmente, tras dos días, llegaron a Izumo. Todos eran conscientes de la debilidad de Corrin. Durante las noches habían hecho guardia por turnos. Cuando le tocaba a Corrin, permanecía despierta toda la noche por voluntad propia. Tenía sueño, pero no quería dormir. Cuando cerraba los ojos, podía ver la sangre de sus manos. A pesar de no gritar, despertaba muy alterada, pero siempre en silencio. Después caminaba por los alrededores para intentar calmarse. Gracias a los dioses, ahora estaban en Izumo.-

Corrin: Es tan hermoso este lugar...

Azura: Sí, algunos llaman a este lugar el Reino de los dioses. Pero Izumo siempre ha sido neutral, incluso en guerra.

Izumita: ¿Quién anda ahí?

Corrin: Somos súbditos de Hoshido. Buscamos a unos amigos, al parecer se dirigían a este lugar. ¿Tenemos su permiso para entrar en su territorio? -Por un momento, el Izumita inspeccionó los rostros del grupo.-

Izumita: Sakura-sama... Hinoka-sama... Y Azura-sama... Tienen el permiso todos ustedes para pasar. La gente de Hoshido siempre será bienvenida en nuestras fronteras. Comunicaré su llegada a palacio.

Corrin: Disculpe, ¿Ha visto pasar a Ryoma-sama y a Takumi-sama? Los perdimos de vista durante una batalla...

Izumita: Lo siento, pero no los hemos visto. Como les dije, Izumo es neutral, no hemos sabido de ninguna batalla por aquí. Por favor síganme, nuestro líder quiere verlos.

-En silencio siguieron al Izumita, Corrin se sentía incómoda. Sabía que algo no estaba bien. ¿Cómo era posible que no supieran de una batalla en territorio cercano? Había gato encerrado. Esperaba estar equivocada. Si tenía razón, tendrían que pelear. Con cuidado y disimuladamente, llevó su mano a la empuñadura de Yato. Xander le había enseñado a tener a mano su arma sin levantar sospechas. Debía apoyar su mano en la empuñadura, como si la descansara sobre ésta, en caso de emergencia, solo tendría que bajar un poco su mano y tomar su espada de inmediato, también ayudaba a tomar por sorpresa al enemigo. Mientras caminaban, miró de reojo a sus compañeros y frunció el ceño, los demás asintieron. Sin tener que hablar, entendieron las órdenes de Corrin: tener cerca sus armas. La situación podía salirse de control, así que no habría más opción que pelear. Después de un rato, llegaron a un enorme templo, todo estaba tranquilo. Una vez ahí, el Izumita los dejó solos.-

Corrin: -Susurrando, se acercó a sus compañeros, simulando observar todo.- Tengan cuidado, este lugar me da mala espina... No creo que no supieran de la batalla, y es raro que nos trajeran directamente con su líder, siendo que sólo queríamos pasar a través del territorio...

Saizo: Me sorprende que se haya dado cuenta de todo ésto, Corrin. Esperaba que no lo mencionara.

Corrin: No pienso traicionarlos, Saizo. Deja de insinuar eso. 

Sakura: Tal vez así reciben a los forasteros... Oí que al archiduque Izana le gusta hacer esperar a la gente en su castillo. -La puerta a sus espaldas se abrió, dejando pasar a un hombre de tez pálida con cabellera blanca. Sus ropas eran blancas y grises claros. Parecía un monje.-

Izana: (...)

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