Demonios

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DEMONS – IMAGINE DRAGONS

Sintiendo que su equilibrio mental se iba por la borda, abrió una nueva botella de vodka y se empinó el pico sin chistar ni un poco

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Sintiendo que su equilibrio mental se iba por la borda, abrió una nueva botella de vodka y se empinó el pico sin chistar ni un poco. Era la segunda que ingería sin mirar atrás ni pensar en nada. El alcohol tenía ese efecto, dejarlo estúpido, borrar su mente, sosegar su pena.

Miró el portarretrato que yacía apostado en la mesa de centro de la sala de su apartamento en Bogotá. Y con botella en mano le habló:

―Quien lo iba a pensar que serías una maldita ―Su lenguaje era un tanto inentendible, producto de la intensa carga de alcohol que caminaba por su sistema. Sin embargo a quién le iba a importar eso, igual la soledad era su mejor amiga cada día, y la peor enemiga que podía tener cada noche. Esas donde los demonios hacían presa de su cuerpo, esas que él odiaba hasta el cansancio más no podía evitar que ocurriesen. La vida podía ser dura, difícil y complicada, esa era una realidad, pero su vida no era así, su existencia era vacía, hueca y atestada de sentimientos llenos de culpa, reproches..., de incógnitas que aún no lograba resolver de ningún modo.

No creía que lo suyo fuese una pena del corazón, porque en resumidas cuentas, su amor viajó de forma unilateral, no recíproca. Menos aún creyó que llevaba una herida profunda circundante en su órgano bombeante de energía, al contrario, su corazón se había endurecido de la misma forma en que se congelan los glaciares, del mismo modo en que el nitrógeno tenía la capacidad de conservar algo vivo, pero muy frío, así se sentía.

Tras un impulso cargado de dolor e ira, tiró el objeto labrado en plata contra alguna pared del departamento, generando una lluvia de pequeños vidrios desperdigados por doquier. Sonrío con ironía al ver su hazaña, era ineludible que una mezcla de realidad y fantasía albergaba los oscuros recovecos de su mente. Pensó que estrellando esa imagen, que al destruirla, dañaría a Carla... cosa un tanto absurda e inequívoca.

Sacudió sus manos como si se hubiese deshecho de una basura o algún objeto que no tenía valor alguno. Lo más probable es que en su mente Carla era eso, una basura, una escoria; un ser insignificante que solo se valió de sus retorcidos medios para lastimar a la que es en la actualidad su cuñada, apoyando las actitudes maquiavélicas de un hombre con mente retorcida para obtener poder y saciar cada día su sed de ambición.

Sacó un cigarrillo, tomó su Zeppo y al ver como la llama hizo presencia de ella, un tanto tambaleante y maldiciendo más de una vez por su falta de coordinación, lo encendió. La larga calada que le propinó lo hizo toser con fuerza. Esa sería una de sus noches tortuosas, en las que se hostigaba mentalmente ante tantos porqués y dudas. Anhelaba tantas respuestas, alguna explicación lógica ante tanta mala suerte, porque eso era lo que sentía, que su suerte era una soberana mierda, sino que alguien se decidiera de una vez a darle motivos para que no fuese así. Perdió sus padres de pequeño, vivió internado hasta la mayoría de edad, se enamoró de una porquería de mujer, y ahora llegaba a hundirse entre el alcohol y el cigarro, dos elementos que desataban una enorme resaca, algo sumamente asqueroso, pero que servía para poder soportar los putos días, sus "sin sentidos" días.

Maravillosa SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora