ADELE — ONE AND ONLY
Inmenso enigma.La habitación tenía todo tipo de prendas suyas, regadas por doquier. Cuando los tiempos se le acortaban, o el estrés la arropaba, era un soberano desastre -eso ya lo había notado con firmeza-, y lo más increíble de todo, es que podía acostumbrarme a vivir con ello, tanto, que no me molestaba como habitualmente podía ocurrirme, ya que era un amante del orden al extremo. Quizá eso de que los polos opuestos se atraen podían darle un ápice explicativo al por qué estaba recogiendo todas y cada una de sus cosas para dejarlas en la peinadora, en espera a que decidiera qué íbamos hacer con sus pertenencias, por mí las mantendría aquí, guardadas en el cajón que más le gustase, en espera de trasladarlas al departamento que debo rentar o comprar ya que no puedo vivir por tiempo indefinido en este lugar.
Además que me gusta la independencia, tener mis cosas, andar en bóxer por la sala, dormir donde mejor me parezca, y una que saca todo lo visceral y masculino que hay en un ser humano, hacerle el amor a mi chiquitica donde las ganas nos sorprendan. Eso casi ocurre en Bogotá, aún recuerdo ese momento en la cocina de Ari y una enorme sonrisa se dibuja en mi rostro. Todo producto de que jamás creí que respondería tan sensual, y a la vez, tan atónita por lo que ocurría en ese mesón. Fue el verdadero debate de emociones internas, y juro por lo más sagrado que tengo que no hubo ápice de premeditación o alevosía en mis actos, todo fluyó porque sí, porque no pude detenerme un segundo más ante su olor, a la forma de mirarme y el movimiento catárquico de sus caderas, así como perdí el sentido al escucharla gemir tan delicioso y sonoro. Eso no será tan fácil borrarlo de mi mente...
Con cigarrillo en mano, voy apilando y llevando todas sus cosas a la superficie de madera. Antonella dice que debo hacer un enorme esfuerzo por dejar este vicio, uno malsano pero que posee el enorme poder de bajar la ansiedad cuando ella no está conmigo, cuando me hallo solo. Sé que tiene toda la razón del mundo, que es un enorme veneno y que ella también debe abandonarlo, es más, el tiempo que estuvimos en Panamá no la vi aspirar ni una sola vez alguno de ellos. Hago mi mejor intento por dejarlo, pero no es tan fácil así como lo pinta.
Soy nervioso por naturaleza, ansioso ante los problemas, pensativo a más no poder. Y el conflicto que esta mañana me mantiene como chimenea andante es saber qué demonios le dirá Lorenzo a mi chiquita, porque de ello depende el inicio de una relación libre de ataduras o la continuidad de nuestro cautiverio, yo me rehuso a dejarla, y menos al lado de un hombre que no ha sabido valorar todo las cualidades que ella posee, no sólo por ser su esposa, sino por el increíble ser humano con tan embriagante personalidad, y que por causas inciertas el destino cruzó frente a mí.
Con esto no admito que haré las veces de "cabrón", pero de algo si estoy seguro, y muy a la par del poco tiempo que hemos conectado nuestra intimidad, Antonella me gusta demasiado como para decaer por esa particular traba que es su matrimonio, y más cuando me aseguró que su relación con él está tan fría y distante que pudiese llegar a compararla con la de unos simples inquilinos, sin ningún parentesco, que habitan un mismo departamento.
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Maravillosa Seducción
RomanceSegunda Parte De la bilogía Seducción... Existen amores cautivos que tienen la necesidad de moverse entre las sombras. Donde el corazón decide, por errado que este parezca, se torna casi imposible evitar que su presencia nos ciegue, nublando nuestr...