3 - Hotdogs y hamburguesas.

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Jongdae estaba sufriendo por dentro. De verdad sufriendo.

Su dorama favorito había terminado con el peor final de todos y ahora, un vacío se hallaba en su corazón. ¿Cómo era posible que le doliera tanto? De verdad que necesitaba tener una vida, al menos una más corriente, una con más amigos. ¡Vaya! Llevaba mucho que no se iba de fiesta.

Tal vez se había acostumbrado a la tranquilidad de su sofá, la melodía de sus clases y la belleza de su jardín.

—Aaaaah. Voy a perder la cabeza. —¿a quién engañaba? Lo sentía, definitivamente hacía falta algo en su vida.

Si tan solo supiera de qué se trataba.

Durante aquella especie de despecho que le consumía, prefirió levantarse y salir un rato. Compraría algo de comida para variar las cosas, tal vez rápida porque vaya que llevaba años sin probar un perro caliente.

Llegó a uno de esos puestos ambulantes, esos que no estaban a mucho de su casa y pidió un hotdog con todo. Sí, esa noche iba a darse el gustón. Sorpresa fue la que se llevó cuando al pedir permiso y sentarse en la mesa más desocupada —ya que el resto estaba por llenarse con familias, amigos o simplemente tenían a una parejita dándose de comer—, se encontró con su vecino Minseok, quien le miró con la misma expresión y con las mejillas llenas.

Sonrió a los pocos segundos.

—Heeeeeey. No sabía que te gustaban las hamburguesas ¿vienes aquí seguido?

Ahora el mayor parecía ahogarse. Masticó como pudo y apretó los ojos al tragar, quedando aún algo desorientado.

Últimamente no paraba de encontrarse con aquel hombre en todos lados. Incluso se vieron en el súper mercado días atrás.

—Buenas noches. Sí, dígamos que sí me gustan. Encontré este lugar por casualidad y dije "¿por qué no?" —Soltó para encogerse de hombros.

—Yo vengo desde hace mucho. Buen provecho.

—Igual.

Ambos mordieron de sus pedidos, murmurando por el buen sabor. El clima era frío así que andaban bien abrigados. No tardaron mucho comiendo, pagaron y se marcharon irremediablemente acompañando al otro.

—Oye, ¿y eso que vives solo? ¿No tienes novia?

—Hace casi un año que no tengo pareja. Soy muy pájaro de mal agüero. —Y negó con su mano el citadino, como si fuera irrelevante.

—¡¿Cómo es posible?! Si hasta eres bien guapo, no vayas a estar mintiéndome.  —se colocó a su lado, exagerando su perplejidad.

—¿Acaso tú tienes pareja?

—Nah, ando soltero y sin compromiso. —Rió breve, guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta. El de mayor edad se fijó en el frente, notando que ya iban llegando.

—Tu eres guapo también, pero ahí estás.

El trigueño volvió a reírse, contento de que el otro le siguiera el juego.

Ya habían hablado varias veces antes. Pasaba en un inicio que Minseok siempre ignoraba sus preguntas, por lo menos hasta que como él cree, se cansó de hacerse el sordo y empezó a responderle. Sabía que era profesor del colegio que quedaba a veinte minutos en bús desde sus casas y que era ordenado, porque siempre lo veía limpiando por las ventanas, además que parecía alguien afeminado aunque en realidad no lo fuera, para nada.

Era alguien interesante, ese hombre de veintiséis años bien vestido y bajito, a quien le gustaban las flores y sin embargo no podía acercárseles sin parecer resfriado.

—¿Eres homo, Jongdae? —los pensamientos del nombrado se cortaron en un instante. Aquella pregunta le sacó de lugar de alguna forma, quizá por ser demasiado repentina.

—¡No! ¿Por qué me preguntas eso? No seas tan mal pensado. —y le miró como si se lamentara.

—No es para que te ofendas, solo quería saber. —el de los ojos puntiagudos no varió su expresión, pareciendo bastante tranquilo. La curiosidad invadió al otro igualmente, y no pudo evitar preguntar aunque ya debía detenerse. Estaban ya al frente de su casa.

—¿Tú acaso eres homo, Minseok? —el contrario siempre le pedía llamarlo hyung pero, él simplemente no lo hacía la mayoría del tiempo. Observó al otro parar frente a su respectiva casa, a unos metros de donde él estaba y esperó la respuesta, expectativo. Sonrió simple, con toda la honestidad del mundo en sus labios.

—Sí, de hecho lo soy. 

No supo disimular la sorpresa y de todas formas no supo si valdría la pena, porque su vecino hizo como si nada y siguió a su residencia, cerrando la puerta detrás de sí.

*-*-*-*-*

Nota de la autora:

Es posible que actualice más seguido si los capítulos siguen siendo tan cortos, a menos de que los haga más largo y entonces lo haga de a ratos. Veré qué me invento. Gracias a quienes hayan leído. 

Mi jardín favorito ‹ chenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora