20 - Mensajes de odio.

647 126 9
                                    


«No creo que te vaya bien si sigues así».

«¿Alguna vez te han dicho que te ves ridículo con esa corbata que te gusta tanto?».

«Te odio».

«Maldito imbécil».

«¿Es verdad eso de que te divorciarste? Bien por tu ex, de lo que se libró».

«Aléjate de Minseok».

El último mensaje, por alguna razón, fue el que más le llamó la atención. Jongdae contaba más de una semana desde que empezaron a llegarle esos mensajes de odio. No era que le afectaran en realidad, pero empezaban a fastidiarle, y aunque ya no los respondía, seguían y seguían llegando. Intentó bloquearlo, no obstante no sirvió de nada, seguían llegando de números distintos.

A la final, le comentó a Minseok sobre lo sucedido, y este pasó a estar más serio mientras hablaban.

—¿Dijo que te alejaras de mí? —resopló.

—Eso fue lo que puso en el último mensaje ¿o quién sabe? A lo mejor es que tengo varios haters y entre tantos alguno sabe que estoy contigo. ¡Bah! Tampoco les presto mucha atención, es lo que quiere ese tipo de gente después de todo.

—Bueeeno.

—¿Pasa algo?

—Creo que sé quien es.

Siempre era difícil. Si no era el mismo quien alejaba a las personas —lo que pasaba la mayoría del tiempo en realidad—, Lu Han se encargaba del trabajo. Solo pasó dos veces en el pasado, que él supiera, y la verdad que le molestaba demasiado tener al mocoso metiéndose en su vida, pero ya había comprobado que ni a palabras ni otros métodos entendía. Y lo peor era que no podía alejarse del chino, no solo porque se lo hubiera prometido a Yifan, sino porque, sí, Minseok le quería. No de la manera en que a Han le gustaría, pero sí lo quería.

Se había convertido en el hermano menor —temático y un poco loco— que nunca tuvo.

Cuando le explicó la situación a Jongdae, precisó ser sencillo, no enredarse demasiado, no contar de sobra. Le dijo que estaba bien si se enojaba, porque la mayoría seguro lo haría, teniendo que aguantar ese tipo de actitudes de un tercero en la relación, y la respuesta de su pareja fue bastante directa.

—¿Luhan es tan tocapelotas? En la escuela parece ser serio, tú sabes, "hola tengo cara de niña pero en realidad soy un chico malo".

—Hey, hey, déjalo. En realidad es un buen chico.

Ambos rieron, pero surgió cierta incomodidad unos segundos, como si ahora ninguno supiera qué decir.

—No te preocupes, Minseok. Yo hablaré con él —chocó sus palmas con sus piernas y las frotó un poco—. Si queremos que esto funcione, Hannie debe aprender a llevárselas con su profesor de música favorito —soltó con una sonrisa.

Lo que Jongdae no se esperaba era que el extranjero le dijera demente por acusarlo. "¿Cree que tengo tan poco qué hacer?" se defendió, y el profesor de canto cruzó sus brazos, escuchando todas sus excusas. No las creía mucho porque tenía un presentimiento, y ese mismo decía que Han mentía con descaro.

—Vale.

—¿Me cree?

—No, pero no voy a discutir más contigo.

Luhan pareció ofendido.

—Profesor, de verdad, a mí no me interesa si Minseok tiene pareja... Es su vida —y sí, mentía. Porque estaba enamorado del hombre, porque no quería dejarlo ir y porque estaba celoso.

Porque por culpa de Jongdae, seguramente se quedaría solo. Sentía mucha impotencia mientras hablaba y el otro solo le sonreía, quiso tomar su cuello y lanzarle un puño, pero no estaba tan loco como para salir de los pensamientos. Solo estaba enojado y con ganas de llorar.

—¿Entiende? Así que si se casan y adoptan a un equipo de béisbol eso no me importa. Tampoco me importa si se mudan a tu horrible casa con tu horrible jardín y...

—¡No te metas con el jardín! —se detuvo un segundo—. Espera, ¿cómo conoces sobre mi casa y mi jardín?

—Minseok... Él solía contarme al respecto... —Jongdae se sorprendió—. De un vecino que tenía un jardín hermoso, que tenía voz dulce y le parecía atento...

—Oww ¿decía eso de mí? —se enterneció el trigueño.

—Sí, y también decía que eras un gritón, chismoso y fastidioso.

—Okay, suficiente información.

No discutieron demasiado. Cuando Luhan se fue del salón, Jongdae se quedó analizando la situación. No consideraba al otro un mal chico, quizá demasiado celoso y ya. Estuvo por llamar a Minseok para contarle de la charla cuando notó una llamada de parte de un número desconocido en su pantalla. Acomodó las carpetas sobre su escritorio y se las llevó bajo el hombro, disponiéndose a marcharse al responder.

Una voz femenina, muy familiar, mencionó su nombre. Tuvo que pestañear un par de veces para caer en que de verdad estaba escuchándola. Escuchándola a ella.

—¿DaHye? —pestañeó, sosteniendo mejor sus carpetas, y con su otra mano en el teléfono móvil—. ¿Eres tú?

Mi jardín favorito ‹ chenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora