El piso 8

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-Vamos, nena. Una pirueta y terminamos.- alentaba mi profesor. No se si lo había mencionado, se llama Dylan.

-Eso dijiste hace 3 piruetas atrás.- contesté. Hoy todos se habían ido a la plaza, por lo tanto, nadie vino a ensayar. Así que aquí estoy, hace hora y media ensayando.

-si quieres hacerlo bien, hay que esforzarse.- dijo encogiéndose de hombros.

-Ah, así que no lo hago bien.- me paré, fui al equipo de música y puse la canción nuevamente.

Ahora vas a ver quien no puede. Comencé lento, como era la canción. Al principio contemporánea, luego un golpe en el pecho y empezó lo fuerte. Más que por hacerlo bien, lo hice con sentimiento. Cada parte de mi cuerpo se sentía con esa emoción tan viva y pura que tengo al bailar... ahora, las piruetas. Una pirueta, pasos de bailes, segunda pirueta, un poco mas complicada que seguía con baile coordinado. Última pirueta. Un giro mortal en el aire, del cual tenía que caer con las piernas rectas y desvanecerme con flexibilidad.

Al terminar, ya que no terminaba en la pirueta, si no que seguía. Escucho como aplauden a mis espaldas. Cuando volteé a ver, era Dylan, que se secaba una lágrima imaginaria. Yo reí por su acto y fui emocionada hasta su lado.

-¡Me sentí tan bien ahí! ¡Te juro que me encantó!- exclamé emocionada.

-Lo sé, nena, lo sé. Te veías tan feliz que me dieron ganas de bailar contigo.- reí pos su actitud. Agarré el celular y miré la hora. Ya tenía que irme.-¿Vamos a tomar algo? me gustó la cafetería de la otra vez.- dijo refiriéndose a un lugar que fuimos hace tiempo atrás.

-Yo... me encantaría quedarme e ir a tomar algo... pero tengo que irme...- dije yo con desánimo.

-Está bien, linda. La próxima iremos.- sonría y me saludo con dos besos al aire, en cada lado de la mejilla, haciendo "mua, mua" con la boca.

Agarré mi bolso y me fui a la construcción. Lástima que estaba en la plaza, tenía que ser muy precavida. Al llegar vi para todos lados, me acerqué a la construcción y subí. Cuando llegué al tercer piso... diagh. Una pareja prácticamente estaban teniendo sexo ahí mismo.

-¡Consigan un lugar más privado!- les grité yo. Sé que no está bien meterse en la vida de las personas, pero...¡por favor! están en una construcción, no tan lejos de la plaza, rodeados de personas y niños que puede entrar.

-Lo siento, no nos dimos cuenta.- dijo la chica apenada.

-Solo... vayan a otro lugar.- dije mirando para otro lado.

Esperé sentada a un costado de las escaleras, para que no me vieran, hasta que ellos se dignaron a salir. Una vez que salieron, agarrados de las manos, yo me dispuse a entrar. Primero vi que nadie me viera, luego entré. Fui a la planta más alta, al llegar, saqué mi cuaderno pero... algo me detuvo. Ese bello paisaje que tenía frente mío... Seattle se veía tan hermoso ésta noche...

Sacudí mi cabeza y saqué el cuaderno, el lápiz y la goma. Comencé a pensar en las cosas que me habían pasado, la persona a la que se la dedicaba... mi mano se dejó llevar sola, comencé a trazar palabras que se aferraban la una con la otra, formando frases que llegaban al alma... o al menos a la mía.

La terminé, la revisé, la cambié, la canté... una melodía que al principio era suave y baja. Con el pasar de la letra mi todo se elevó, hasta que sentí que mi alma se salía. Amaba ese sentimiento...

Aplaudieron, finalicé y aplaudieron ¿Quién? no sabría decirlo, estaba tan asustada y avergonzada que no me quise dar vuelta a ver.

-Veo que cuando tu padre alardeaba sobre tu preciosa voz no mentía.- ¿Travis? ¿Qué hace Travis aquí?

-¿Qué haces aquí?- dije ignorando su pregunta.

-Pues, terminé de entrenar, vine aquí, donde quería venir contigo y... escuché a alguien cantar. Entonces quise subir.- se quedó callado un rato para decir.- sacando el hecho de que te vi por aquí y quise subir.- dicho esto yo reí, reí porque estaba nerviosa.

-¿Sabes? nunca me gustó que me escucharan cantar...- él me miró asombrado. Lo noté por la poca luz que entraba, brindada por el atardecer.

-¡Pero si tu voz es hermosa!- exclamó haciéndome asustar.

-No, no digas cumplidos por compromiso.- dije.

-No lo digo por compromiso. Tú deberías ser un poco más vanidosa y darte cuenta de lo que tienes. Si te sigues rebajando así las personas terminaran pensando que tienen control sobre ti.- sus palabras me dejaron asombrada, pero a su vez, me enojaron.

-No me van a controlar, yo sé quién soy y las capacidades que tengo...- me defendí.

-Solo... cuídate Aby... Tienes una apariencia muy indefensa, se pueden aprovechar de eso...-

-Las apariencias engañan, Travis.- le recordé.

-Pero tú no engañas, Aby.- me recordó. Si, tenía razón, esas cosas no iban conmigo. Pero no quiere decir que por ser buena no tenga mis lados malos...

-Bueno, ya dejemos de discutir. Quiero tomar algo...- dije demandante y me fui abajo. Tenía hambre.

-¡Aby!- gritó Travis, no le di importancia. Mi panza quería comida, había que darle comida...-¡Aby!- insistió y me detuve.

-¿Qué pasó?- dije mirándolo.

-¿Por qué te enojas?- no me enojé, pensé.

-No lo hice.- dije extrañada, mi estómago rugió. Él rió.

-Vamos por un helado ¡yo invito!- me propuso. Yo reí y asentí.

-Pero yo pago una parte del helado...- él negó.

-No, déjame que yo lo pago.- insistió. Sabía que era peor que una mujer si se le metía algo en la cabeza, así que no discutí más.

Antes de irnos comenzamos a caminar por toda la plaza. Viendo las tiendas que se habían puesto. En eso, veo un sobrero grande de señora, lo agarro y de lo pongo a Travis. Él me mira divertido y pregunta.

-¿Qué tal me veo?- a lo cual río y respondo.

-Como una señora vieja y loca.- él rio.

-Dije qué tal, no cómo.- él agarró una bufanda felpuda y me la colocó en todo el cuerpo, ya que era larga. Sacó su celular y me sacó una foto. En ésta yo salía riendo y haciendo anos de jazz.

-Oigan, niños revoltosos ¡dejen eso ahí!- dejamos todo rápidamente y salimos corriendo.

-Que viejo tan amargado.- reímos, estábamos agitados ya.

-Creo que era una señora...- comenté dudosa. Nos miramos y comenzamos a reír más fuerte.

-Bien, ahora si vamos a una heladería.- propuso.

-Ok ¿A cuál quieres ir?- dije yo.

-M... hay uno un poco apartado de aquí.- comentó él.

-recuerda que tenemos que estar temprano para cuidar a mis hermanos y tu hermano.- recordé yo.

-Sí, sí. No te preocupes.- Dijo él con total naturalidad.

Fuimos a un lugar en el centro, compramos helado de pote y volvimos a la casa.

-Bien, metemos esto al refrigerador, cenamos y comemos helado, viendo una peli ¿Quieres?- yo asentí con una sonrisa. Quería comer helado...

No Podemos, Somos Hermanastros... [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora