¿Almorzamos?

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Al salir de las clases me encontré con Joel.

-¡Aby!- exclamó el individuo, que se acercaba con una sonrisa. Ok, demasiada sercanía para mí gusto.

-Ey, Joel ¿Qué pasó?- él sonrió.

-Mira, me pregunto si no podría acompañarte hasta casa, es que no conozco a nadie, y me apetece ser tu amigo.- me miró con cara cómplice, no entendí porqué.

-Em... Sí, claro. Pero me iba a ir con Ethan ¿Te molesta?- el negó.

-En absoluto. Me parece mejor.- sonreí y nos fuimos. A veces me pregunto ¿Por qué tiendo a llevarme mejor con hombres? Creo que la amistad de ellos es más sincera...

-¡Aby, Aby, Aby, Aby...!- detrás nuestro venía un agitado Ethan que trataba de frenarnos. Nos detuvimos casi de inmediato para esperarlo. Pero se detuvo, nunca llegó.

-¡Ey!¿Por qué te detienes?- pregunté.

-Por eso.- el señaló a Ethan. Ay... No... No me digas que estás celoso, Ethan...

-Ven aquí, niño chico.- fui y lo busqué, el empezó a correr, así que lo perseguí, Después de todo, tengo muy buena resistencia. No sé cómo, pero en un momento él se dió la vuelta en 180° y me levantó del suelo, dejando así, una cabellera rubia colgando asta el suelo.

-¡Ethan!¡Bajame, pequeña sanguijuela!- él me pillico la pierna derecha, así me callaba.-¡Ethan!¡No!- comencé a patalear... y nada ¿Por qué siempre me cargan como saco de papas?

Ahora que lo recuerdo...¡Estoy con falda! Sí, hay pantalón ¡Pero en falda!

-¡Ethan, bajame!¡Tengo el uniforme, cabeza hueca!- él ni se inmutó.

Al llegar a Joel, recién ahí me bajo.

-¿Cuando pesas, saco de papas? Unos...¿15 kilos?- yo lo golpeé.

-No te pases, Ethan.- recogí un bolso escolar.-Vámonos, hoy llega mi padre y quiero estar presente. Debo ordenar mucho.

En el camino Ethan fulminaba con la mirada a Joel, y él... Simplemente miraba los pájaros o hablaba conmigo.

-Bueno, chicos, aquí es mi casa. Los dejo y...nos vemos... Cuando nos veamos, supongo.- rieron.

-Nos vemos, Aby.- dijo Joel.

-¡Que la fuerza te acompañe!- exclamó Ethan. Si, la fuerza que me lleva a la necesidad de comer algo pronto.

Entré a mi casa y comense a limpiar lo que había sucio, que no es mucho, porque mantengo la casa en orden...
Hoy tengo que ir a danza, tengo muchas ganas de mover lo que Dios me dió. La danza es como una obsesión que tengo, algo que solo se calma por unos instantes cuando por fin... Puedo bailar.

Terminé de ordenar, jugué con mi hermanita (mis otros hermanos estaban jugando afuera) y después de eso, me fui a cambiar para baile, dado que ordené con el uniforme.

En pocos días tendríamos una competencia. Gracias a Dios estoy trabajando, porque no me gusta pedirle cosas a las otras personas. Me gusta ser independiente, hacer las cosas por mi cuenta.

-Hola, familia.- dijo Travis entrando a la casa, acompañado de una...¿Chica? Sí, es una chica. Tiene el pelo corto, es delgada, se la ve algo tímida. Pero dice el dicho "las calladitas son las más peligrosas" con razón no me temen...

-Hola, Travis.- dije yo sin simpatía. Me había colocado una sudadera, de esas que son abiertas a los costados, de color blanca, y una calza en tonos de azul y verde, junto con mis zapatos de baile. A veces los uso.

Agarré mi botella y me fui, no quise recoger mis cabellos.

-Aby, que raro que no saludes a nuestra invitada.- comentó insinuoso. Yo sonreí hipócrita.

-Hola, mucho gusto, yo soy Aby, cómo has de escuchar.- ¿o a parte de entrometida eres sorda?- bueno, me fascinaría quedarme, pero como ven, estoy apurada.- salí y cerré la puerta detrás de mí. No quiero quedarme ahí.

-¡Aby! ¡Ella es Carla, y mañana se queda a almorzar!- me detuve un momento, pero luego seguí, me fui trotando, como para calentar, a demás, por algún motivo me había enojado con Travis.

-Bueno, bueno. Que has llegado temprano, querida.- comentó mi profesor de baile.

-Lo sé, nene, lo sé.- dije en broma. Estaba agotada, así que comencé a estirar.

-M... Como tú profesor y padrino de corazón, veo que no estás del todo bien.- ¿Qué comes que adivinas?

-Algo molesta, pero no es nada, sabes cómo somos las mujeres.- ambos reímos.

-Si, pequeña saltamontes. Pero no puedo darme el lujo de dejarlo pasar. A parte, me gustan tu anécdotas.- sonreí.

-Luego te digo, lo prometo. Ahora...¡A BAILAR! ¡Sigamos la de pareja que armaste!-. Propuse con entusiasmo.

-Bueno, bueno ¡Veo que te viniste con todo hoy!- yo reí.

Es que es así, en el baile encuentro todo, mi paz, mi respiro, mis respuestas, mis... Todo. Todo lo es el baile para mí...

La clase transcurrió sin ningún problema, faltaron dos de los bailarines, pero pudimos solucionarlo. Hoy aprendí a pararme de manos y caminar, me duelen los brazos a más no poder. Luego de la clase, fui a casa, por la bronca de ver a mí hermano se me había olvidado comer, así que ahí iba yo, en busca de algún aperitivo.

-¡Hola!- exclamé al cruzar la puerta.

Lo que mis ojos vieron no fue nada agradable. No fue nada de besos ni eso, si no a esa tal "Carla" jugando y riendo con MI hermanita. Entré cerrando la puerta fuertemente tras de mí.

-¡Aby!- exclamó mi hermanita al verme. Yo la recibí sonriente con un abrazo. Ya que se me abalanzó.

-¿Cómo está mi monstruo favorito?- bromeé con ella.

-¿Qué no era yo?- comentó Travis saliendo de la cocina con dos vasos de agua y haciendo un puchero.

-No, tú eres un estorbo.- comenté con mala cara.- y ahora, me tengo que cambiar.- dije haciéndole maña a mi hermana pequeña. Mi hermanita es como un pedacito de mi, es la proyección que tengo de mi futuro en ella. Es... Otra yo, en miniatura, y con diferentes oportunidades.

Bueno, subí y me preparé,no me cambié tanto, pero si lo necesario. De paso me perfume, porque hicimos bastante en baile.

-¿Ya te vas?- Preguntó mi molesto hermanastro. Asentí con la cabeza, sin pronunciar palabra algún.

Y me marché, a cumplir mi turno en el restaurante.

No Podemos, Somos Hermanastros... [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora