El portador de Yeséh

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 Escuché que alguien me susurró al oído: "Bien hecho, apenas comenzaste y has fácilmente recuperado tu agilidad". Miré para todos lados, pero no había nada más que el cuerpo decapitado del demonio en esa sala. Traspasé la puerta y al hacerlo, esta desapareció.

—Hahaha, tarde o temprano todos los muertos se levantarán de sus tumbas y se alimentarán de la sangre y carne de los inocentes.

—Pero que frase más tétrica—comenté.

—Jejeje, Paralda, el gran rey Paralda, puedo controlar los vientos a mi voluntad, no podrás contra mí. Alzó su mano y fuertes ráfagas de viento hicieron volar lejos mi sable.

Aquel demonio, si así puede llamarse, tenía un aspecto humano, casi angelical, su pelo era larguísimo, ondulado y con rayos de luz de sol, sus ojos son color plata, y da un pequeño recuerdo a la luna, sus mejillas suaves y rojizas, tiene además una mirada penetrante, su voz, ¡ay de su voz!, es un sonido arrollador parecido al de un río en calma, sus manos y su cara tenían marcas negras, y uno de sus brazos combinaba este color con un rojo que parecía sangre. Sacó una daga, corrió hacia mí, yo rápidamente fui a buscar mí sable, pero cuando me di la vuelta, él ya estaba detrás de mí. Me mandó a volar con ráfagas de vientos poderosas, pero esta vez no solté mi arma. Lograba acercarse muy rápido hacia a mí, sus golpes eran casi ineludibles, lo único que me quedaba era escapar.

Uno contra uno, ¿cómo era posible tratar de ganarle a alguien que daba aproximadamente 15 golpes en un segundo?, para cuando lograra acertarle un golpe, yo ya habría recibido muchos de ellos, no tenía sentido alguno.

¡Claro!, solo había que darse cuenta de algo, un sable es mucho más largo que una daga, podía usar esto a mi favor. Cuando se acercó le di un golpe por el costado, pero un muro de viento a su alrededor le protegió, era una armadura, esta sí que era una batalla injusta. No me quedaba más que esquivar, el único descanso que tengo es cuando le trato de hacer un corte... el único descanso que tengo es ese, ¡bingo!, no puede atacar y defenderse al mismo tiempo, no es capaz de hacer aquellas dos cosas. Ahora que lo pienso, solo da golpes con su mano izquierda, ¿por qué no usa otra daga?, debe haber algo más escondido en esta situación. Cuando comenzó a tratar de golpearme nuevamente, le corté la mano derecha, y el escudo desapareció, esta vez sólo me quedaba esquivar, y cuando llegó el momento, cuando se cansó de golpear, le di una estocada en el pecho. Trató de cubrirse, pero gracias a la diferencia del tamaño de nuestras armas logré atravesar su pecho antes que pudiera tocarme con su daga. Su cuerpo quedó tirado. Estaba agotado, así que me recosté a descansar un momento. Al notar que no volvería a levantar su miserable cuerpo, me dispuse a salir de aquél lugar, después de todo la puerta había aparecido, vi que la daga seguía tirada también. Cuando me acerqué a tomarla, los ojos de Paralda se pusieron blancos, se desvaneció y apareció un mensaje.

Él en realidad no pertenecía aquí. Pazuzu debió estar en su lugar.

—Si tan sólo hubiera traído la ballesta de Satnock, tal vez esto se me hubiera hecho más fácil, no cometeré el mismo error nuevamente. Recogí la daga, tenía algo escrito con letras dorada "Yeséh". Crucé la puerta.

El camino de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora