Colorín colorado.

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Entramos. Columnas y capiteles desgastados por los años que llevaban construidos. Una gran cúpula con un ventanal en medio, cumpliendo la función de tragaluz, que por cierto con la luz de la luna llena era hermosísimo. Había a los alrededores grandes candelabros con velas ya a la mitad y botando mucha cera, iluminaban la inmensa habitación. En el fondo habían amarrados tres cuerpos, una mujer a la izquierda, un hombre a la derecha, ambos se encontraban incinerados, en medio de los dos estaba amarrada Valeria...

Me llamo Quetuy Vulr, soy el que cambiará el destino del mundo, para el bien de la humanidad. Hablaba tras una máscara de leopardo muy realista, incluso se veían los cambios en el rostro al moverse, vestía una alba completamente blanca, se veía un delgado cíngulo dorado en un espacio que se formaba en medio del pallium, que constaba de seis grandes cruces rojas. En su cabeza, sobre la máscara llevaba puesto un gran Mitras con joyería fina, y el infaltable báculo que cargaba en su mano diestra.

Nosotras te mataremos. Dijeron al unísono las hermanas.

Ustedes, no deberían estar acá, deberían ser destruidos, tú con ellas pequeño. Subió su máscara. Se vio un viejo rostro de sesenta años aproximadamente, muchas arrugas sobre sus ojos, estos mismos tenían color diferente, tenía heterocromia por lo visto, uno violeta y el otro de color amarillo, tenía un tatuaje en la frente, un tercer ojo que combinaba color rojo y negro de una forma hermosa.

Tú, ¿eres el anticristo?

No querido amigo mío, soy quién llevará al mundo humano a la libertad absoluta, a destruir tanto el infierno y el cielo, generar nuestro propio destino después de la muerte, ahora sí me lo permiten demonios... de hecho, no pueden interferir en el mundo humano tan directamente su rostro se tornó serio, sus ojos se cerraron, a excepción del de la frente, que empezó a brillar- Discedite a me, inmundus et profanus homo hice potens et consummabitur mysterium tempora rebus humanis dominari incipit tempus.

Aktola y Katza se vieron afectadas por un tipo de hechizo, sus ojos se apagaron y salieron de la habitación como si nada.

¿Por qué te quedas?, ¿eres inmune a esto?Pronunció nuevamente en latínContaminare non debet esse molestus unleashing furor meus ante abscedimis.

Nada, no sentía nada, su cara se tornó como si estuviera aterrorizado, pero a la vez muy tranquilo.

Por lo visto eres un humano, por eso mi magia ancestral no te hace efecto.

Unas sombras con forma de brazos me tomaron las piernas y otras me amarraron las manos.

Suelta a la chica que tienes ahí.

O ¿qué?, te tengo a mi merced.

Suéltala o te mataré.

Niño insolente. Las sombras me tomaron por el cuerpo y me tiraron lejos, el impacto fue brutal y sentí como se rompían algunos pequeños huesos. Debía ponerme serio. Cree un portal en el piso, mis alas brotaron, negras, hermosamente negras, un gran cuerno grisáceo salió de mi cabeza, mis brazos y piernas se envolvieron de oscuridad y se transformaron en garras. Corrí hacia la cruz de madera en la que estaba colgada Valeria y la aparté lejos. Aún seguía inconsciente.

Ya veo, tú eres el chico, eres el sujeto.

¿Qué sujeto?

No importa ya chiquillo, acabaré contigo. Sombras aparecieron por doquier, esqueletos se levantaron del suelo y quedé rodeado de un círculo de fuego. Ardía, el fuego era muy poderoso, los esqueletos me tomaban de los pies, y con cada sombra que me traspasaba sentía que mi aliento se desvanecía, ya estaba quedando sin fuerzas, ¿no podía hacer nada?, ¿cómo era tan poderoso aquella persona?, solo era un humano...

Antes de darte el golpe final, tú, ¿tienes padres?

Los... tengo...decía débilmente pero... no he... podido tener... contacto con ellos.

Hasta el día de hoy.

— ¿Qué dices?, ¿los tienes tú?, ¿qué les hiciste?, déjame despedirme o saludar por último...

Bien, allí están, te irás directo al infierno junto a ellos, por protegerte maldito demonio. Apuntó a los dos cuerpos incinerados en las cruces, una lágrima recorrió mi mejilla.

Ellos están...

Liberados, el fuego los liberó completamente. El tipo reía como un verdadero maniaco.

Me sentía enojado, triste, se suponía que mis verdaderos padres... podría verlos en cuanto terminara todo esto... pero...

La sensación de enojo se volvía cada vez más fuerte, un aura oscura emanaba de mí, mi cuerpo se volvió más pequeño, marrón, no solo tenía un cuerno en la cabeza, ya por todo el cuerpo, ahora era cuadrúpedo. Una onda expansiva exterminó todo a mí alrededor, ahora solo quedaba aquél despreciable hombre. Me abalancé con fuerza sobre él, mis garras eran ahora gigantescas. Comenzó a pronunciar frases en latín aterrorizado, pero nada funcionó. Le corté el cuello, saqué el corazón y me lo comí.

Estaba perdiendo la conciencia, pero había una silueta más, debía, debía acabar con eso, no se movía. Salté hacia ella abriendo la boca para morder.

Ya detente. Una mano tocó mi cabeza. Luz iluminó el ambiente. Unos brazos tomaron los míos. Volví a la normalidad.

¿Piensas atacar a tu bella durmiente?

¿Que ha pasado?

Te descontrolaste.

Ellos están muertos.

Al menos sus cuerpos. Dijo Dios.

Ve a despertarle de un beso. Agregó Lucifer.

Me acerqué lentamente a Valeria, ojos cerrados, aspecto de descanso en el rostro, labios increíblemente ardientes y rojos. Sonrió levemente e intentó disimular.

Creo que no será necesario el beso, está despierta. Dije.

Dámelo de una vez. Me tomó con sus dos manos las mejillas y se acercó rápidamente para terminar en un caluroso beso.

Te ves atontado. Dijo Bael.

Tal vez tengas que despertarlo tú ahora Vale. Agregó Mefisto.

E-estoy muy despierto.

Es hora de irnos. Me dijo mirándome a los ojos Valeria.

Tienes razón. Nos tomamos de las manos y fuimos hasta mi casa.

En mi habitación había un aroma a rosas, me miraba fijamente. Que hermosos ojos. La amo. Cerró la persiana. Me acariciaba la cabeza mientras nos abrazamos recostados. Ni un solo ruido, solo nuestra respiración en armonía. Posé mi cabeza sobre su pecho, que no era muy grande, pero si era agradable. Sístole, diástole, sístole, diast...

Debió ser muy duro todo esto. Interrumpió ella.

Supongo que sí, pero no hice esto solo. Le acaricié la cabeza.

...

Quédate conmigo.

Por supuesto amor.

Jamás uno...

... Sin el otro.

Valeria se sacó la polera y al mismo tiempo comenzó a desnudarme.

Ahora viene lo bueno.

La luz fue apagada. Solo se escuchaban los pequeños gritos y sollozos de amor.

HHxi

El camino de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora