44. "Nuestra noche"

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-¿Donde?- me giré a verlo nuevamente, ¿A donde había ido?

-Aquí abajo.- murmuró tocando mi pierna desnuda, bajé la vista al suelo, llevándome una sorpresa. -¿Quieres casarte conmigo?

Se escucharon fuegos artificiales, pero no supe diferenciar si estaban en mi interior o verdaderamente el cielo se estaba llenando de luces en ese momento. Mi estómago hizo explosión, y mi corazón dejó de bombear sangre por unos segundos, dejándome totalmente paralizada.

Brad Simpson estaba allí, arrodillado frente a mis pies, con una pequeña cajita en sus palmas, conteniendo un anillo precioso, con un diamante diminuto. De seguro le ha salido una fortuna, pensé. Yo no lo valgo.

Toda la gente a nuestro alrededor nos observaba atentamente, esperando una respuesta de mi parte. Algunos llevaban el móvil en manos.

-¡Claro que si!- exclamé y me lancé a sus brazos, depositando un dulce pero intenso beso en sus labios. -Te amo muchísimo.

-Yo mucho más.- dijo en mi oído, y me abrazó más fuerte. Desde allí podía ver los fuegos artificios por la ventana, todo el cielo pintando de distintos colores. Nada podía ser mejor. -Este no es un amor frustrado ¿No?

-Eres lo que más feliz me hace en el mundo ¿En serio creés que eres mi amor frustrado?- volví a besarlo y el negó mientras me guiaba.

Volvimos a sentarnos y respiré profundo.

-Mis padres no vendrán ¿No?- pregunté aunque ya sabía la respuesta, era todo una mentira para llevarme allí con otro pensamiento.

-Esa no es pregunta niña, esta noche es sólo nuestra.- levantó el dedo llamando al mozo, que corrió a atendernos al instante.

Luego de pagar la cuenta, nos subimos al auto, la música se encendió y mi corazón dió un vuelco. Say Something sonaba con claridad, y nos envolvía a ambos, en unos movimientos ligeros, de un lado a otro.

Sus dedos se enrredaban con los míos, y mis ojos se cerraron relajados.
No había más nada que pensar, no había vuelva a atrás, todo era perfecto.
No sólo nuestros mundos se habían chocado, no muy accidentalmente, sino que nuestras almas ahora estarían unidas para la eternidad.

Respiré profundo soltando un suspiro de satisfacción, y los ojos de Brad se posaron en los míos, sus pestañas parecían pesarle, y sus labios lucían tan húmedos que daban ganas de besarlo y no soltarlos jamás.

Dirigí la vista a mi mano, que entrelazada con la del amor de mi vida, lucía un brillante diamante, que destellaba a mi vista.

Me lancé sobre Brad para besar sus labios sin que esto interrumpiera su concentración en el camino.
Cuando me aparté, un gruñido de frustración salió de su garganta, cosa que generó el calor en mi interior.

Pocos metros después se aparcó en un estacionamiento. Sin preguntar volví a lanzarme a sus brazos, y está vez fue él el que cubrió mi boca en un profundo beso. Acarició mi cuello, y deslizó su mano por mi cintura.
No estaba cómoda, pero no podía esperar hasta llegar a casa.

Entonces, vi como se bajaba del auto, y abría mi puerta. Sostuvo mi mano para ayudarme a salir, y el frío alcanzó a mi piel, mis piernas de erizaron por completo por el cambio de temperatura, pero cuando la mano de Brad se volvió a entrelazar con la mía, todo calmó.

Caminamos por el estacionamiento en completo silencio, no me pregunté a donde íbamos. Cualquier lugar era perfecto junto a él, eso estaba claro.

Entramos a un hotel precioso, no hay más palabras para describirlo. O por lo menos no se me ocurría ninguna en el momento. Era lujo por doquier, y me recordaba a los hoteles que habíamos visitado en la gira.

De una sola mirada, la chica de la recepción le dió unas llaves a Brad, eran de una habitación. La 103 para ser exactos.
Cuando pasamos el portal, me alzó sobre su cintura, y me obligó a abrazarlo con mis piernas. Me utilizó para cerrar la puerta con mi culo y poco después me lanzó a la cama de forma salvaje.

Ni había forma de pararlo, de eso estaba más que segura.
El peso de su cuerpo apareció sobre mi, sus piernas se interpusieron entre las mías, y volví a abrazarlo con ellas. Sus besos se volvieron intensos en un abrir y cerrar de ojos, y sus rulos descontrolados taparon toda su vista.
Solté una risa y los corrí con él dedo. Si las miradas devoraran, la de él me hubiera tragado por completo.

Sacó un preservativo del bolsillo y noté que tenía todo calculado, la noche perfecta.
Sentí el perfume a jazmín, y confirme, la noche perfecta.

Me arrebató la blusa de un tirón, y la lanzó a quien sabe donde, sus manos viajaron directamente a mi pecho, y con su dedo índice recorrió todos los alrededores, causándome un escalofrío mortal.
Mi abdomen no se salvó de sus garras, que se fijaron en este, bajando de a muy poco, creando una gran presión debajo de mi ropa interior.

Una vez en mis caderas, quitó mis piernas de su agarre y bajó, para dejar su cabeza a la altura de mi short negro, y con sus dientes, lo deslizó lentamente hasta quitármelo, ayudé con unos movimientos, pero él hizo el trabajo. Acarició mi pie y depositó besos desde allí, pasando por toda mi pierna, ascendiendo hasta aquel punto al que ambos queríamos que llegue.
Su lengua al tacto hizo que mi corazón de contraiga, y el calor bajó hasta allí al instante.
Poco después, sus dedos también participaron de aquella tortura tan placentera, y deseé devolverle el favor.

Me reincorporé en la cama decidida a quitarle el jean, la remera, y dejarlo completamente desnudo.
Bajé la bragueta y no me llevé ninguna sorpresa, era perfecto en todo sentido, y mío. Sólo mío.
Mi mano fue directo hasta él, y lo recorrió en subida y bajada.
No tuve que ayudar a quitarle el pantalón, y la remera voló como un pañuelo.
Su boxer negro estorbaba en mi camino, y esto me ponía furiosa. Con un gemido de sus labios supe que no sólo estorbaba en el mío.
Lo bajé y lo acaricié, mis dedos lo rodearon, y el frío del anillo parecía gustarle.
No hacían falta las palabras, no desde que nos subimos al auto.

La noche pasó tan rápido como lo había imaginado, casi no dormimos, pero despertar junto a él era lo que contaba.

Alguien tocó la puerta y Brad se puso los pantalones como un rayo, sabiendo que nos traían el desayuno.

Una mesita plegable repleta de platos con frutas, tostadas, manteca, mermelada, galletas y un brownie, y dos vasos altos de vidrio conteniendo un exprimido de naranja.

Sacó las patitas para apoyarla en la cama, y nos sentamos uno a cada lado de ésta.

-Cambiate, iremos de paseo. -indicó una vez habíamos acabado con todo lo que el desayuno incluía.

Million Words (Brad Simpson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora