Parte 20: Finales inesperados

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Caminar de la mano junto a Oh SeHun nunca le pareció algo real. Pero lo cierto es que se sentía bastante bien; al principio ZiTao estaba un poco preocupado de que sus manos estuviesen sudorosas bien fuera por los nervios o por el mismo calor de las noches de verano.

Sin embargo, cuando las yemas de los dedos de SeHun acariciaron el dorso de su mano simplemente cerró los ojos un instante y se dejó llevar, descubriendo que al parecer con Oh SeHun dejarse llevar era lo que mejor sabía hacer.

Desde que recordaba siempre habían sido los arranques que lo habían caracterizado lo que lo había llevado a estar caminando por plena acera en ese momento, de la mano y avanzando a paso lento mientras las farolas del alumbrado público se encendieron para iluminar su camino. Era justamente así, conforme Tao daba un paso de la mano de SeHun su vida se iba despejando de la oscuridad y de la incertidumbre, las dudas iban esfumándose con cada pequeña caricia de los dedos traviesos del muchacho.

Sonrió con los labios apretados en una pequeña mueca ante la extraña pero reconfortante idea, y recordó como si fuera ayer cuando lo vio caminar por el parque y se echó a correr porque no quería verlo. Porque lo tenía cansado.

Pero en ese momento, si se detenía a pensarlo, si levantaba lo suficiente el rostro para observar de reojo el perfecto perfil de modelo que SeHun tenía por cara, en lo que menos pudiera pensar es en que se cansaría algún día de verlo, y eso lo hizo sonrojar.

ㅡ Te estás poniendo rojo, Taozi.

Ah, Taozi.

Ese muchacho del demonio siempre se tomaba las cosas tan a la ligera, nunca lo había tratado con el respeto que un muchacho menor a él debiera, aunque bueno, quizá Tao exageraba un poco porque no era mucha la diferencia en edades.

De cualquier manera, le había escuchado a su primo YiXing hablarle a través de la puerta de su cuarto más temprano, cuando los dos estaban atrincherados contra el colchón de su pequeña y defectuosa cama, SeHun se había reído a lo lindo del sobrenombre que su primo había usado para él.

Rodó los ojos y se irguió más, para alcanzar su altura e incluso intentar superarlo un poco si es que se podía. Para tener esa edad ese mocoso sí que estaba alto. Y sus manos eran, por dios... el maldito paraíso. Se mordió el labio inferior de solo pensar en cómo lo estremecía ser tocado por SeHun y se sonrojó más violentamente.

ㅡ Rojo, todo rojo.

La voz amable de SeHun lo hizo negar un par de veces antes de pensar algo apropiado que pudiera responder.

ㅡ Y no es por ti, obviamente.

ㅡ Yo sé que es por mí, Taozi... sólo que te da pena admitirlo.

ㅡ ¿Si me llamas Taozi, debería llamarte SeHunnie? ㅡ el moreno arqueó una ceja y levantó el rostro como si con eso fuera imponerse ante la presencia del otro.

SeHun se hundió de hombros y esbozó una diminuta sonrisa en su generalmente parco rostro, porque lo cierto era que cuando de ZiTao se trataba, no podía mantenerse serio.

ㅡ Puedes llamarme como te plazca.

Las manos de Tao temblaron y tragó saliva ante la inesperada respuesta, sentía la garganta rasposa y las mejillas completamente calientes de lo azorado que estaba. SeHun lo sorprendía siempre, siempre tenía algo nuevo que acotar que lo pusiera de mil colores.

ㅡ Eres una persona bastante confianzuda, no deberías tenerte demasiada confianza.

ㅡ Pero lo hago, tengo la certeza de que puedo lograr ese efecto en ti, así como tú lo logras en mí.

La técnica de Kim JongIn ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora