Capítulo 17.

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- ¡Hey! ¿Me puedes explicar por qué no estás trabajando?.- me pregunta Steven con el ceño fruncido.

- Ya lo hice. Las carpetas verdes son de contabilidad, las rojas de secretaría, y las blancas son las de legalidad.- digo desganado.

- Oh...- dice Steven algo avergonzado.- bueno, si ya terminaste puedes salir por un café o algo. Te haré saber si hay algo más que hacer.- dice y sale de la pequeña oficina.

Cuando llegué esta mañana me puse a trabajar como nunca había trabajado, era la única manera de sacarme a Katie de la cabeza. Pero ahora no tengo nada que hacer y ella está de vuelta en mi mente. Apenas son las 3 pm y me quedé sin cosas que hacer, debería ir a dar una vuelta al centro comercial, hay uno a dos cuadras de aquí.

Camino entre las tiendas y parece que todo lo que veo me recuerda a Katie. Los libros, los lentes en las ópticas, los vestiditos lindos y holgados que a ella tanto le gustan, y luego...está la tienda de juegos eróticos. Me acerco a la ventana y veo un atuendo que me recuerda la primera vez que la vi en el club, con las medias, la falda de cuadros y la camisa blanca...se veía tan jodidamente sexy ese día.

- ¿Jake?.- escucho mi nombre y me doy la vuelta en busca de la persona que lo dijo.- aquí.- sigo su voz y veo sus ojos azules y mis labios forman una sonrisa genuina.

- Amanda, hola. ¿Cómo estás?.- digo acercándome a ella y dándole un beso en la mejilla.

- Genial, ¿cómo estás tu?.- dice sonriendo.

¿Cómo estoy? Mal.

- Bien, bien...

- No suenas bien.- dice ella no muy convencida.- ¿qué haces aquí? ¿Comprando algo para tu cuarto rojo?.- dice señalando la tienda.

- Oh...- digo nervioso.- graciosa. Nada, estaba sólo dando una vuelta. Trabajo cerca.

- ¡Oh, estás trabajando!.- dice sorprendida.- está muy bien, me alegro por ti.

- Gracias. ¿Y qué haces tu aquí? Pensé que estabas visitando tu familia.

- Eso hago. No viven tan lejos.- dice.

- Ya veo. Bueno, ¿quieres tomarte un café conmigo?

- Si, claro. Me encantaría.

(...)

Abro la puerta con miedo, un miedo que nunca había sentido al llegar a mi dormitorio. Siempre me sentía emocionado y feliz de ver a Katie y contarle todo lo que me había pasado en el día o sólo abrazarla. Después de tanto tiempo, se convirtió en algo con lo que no podía respirar. Si no la veía en dos días me sentía mal, irritado, deprimido. No se que voy a hacer sin ella.

Parece que no hay nadie. Pero vale la pena intentarlo.

- ¿Katie?.- digo su nombre mientras toco la puerta.

No escucho ninguna respuesta. Así que me alejo y entro a mi habitación. Me sorprendo cuando la veo durmiendo en mi cama, sollozando en sus sueños. Literalmente puedo sentir cómo mi corazón se agrieta a cada segundo. Me quito los zapatos y con mucho cuidado me acuesto a su lado. La abrazo fuerte y beso su frente, creo que estaba llorando. De un momento a otro sus brazos me rodean buscando comodidad entre los míos. Mejor disfruto este momento porque puede ser el último. Cierro mis ojos y su olor me inunda, vainilla y coco. Acaricio su espalda con delicadeza, le encanta cuando hago eso. Pasan unos segundos más cuando la escucho sollozando otra vez.

- ¿Katie?.- digo alejándome un poco de ella para poder mirarla a los ojos.

Me mira con lágrimas recorriendo su rostro que trata de limpiar con sus manos.

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