Capítulo 5

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El domingo por la mañana, cuando Nick entró al Golden Dinner lo recibió una furiosa Gladys con la sartén y la espumadera en la mano.

—¿Cómo se le ocurre dejar plantada así a Eloise? —preguntó— ¡Que sepa que todo lo que comieron ayer esta en su cuenta con un diez por ciento más por haberse comportado como un imbécil!

«¿Cómo?»

—No entiendo, Gladys.

—La pobre joven es la comidilla del pueblo esta mañana ¡Las viejas cuchicheaban sobre ella en la iglesia y sobre como el guapo jefe de policía la había dejado comiendo sola!

—Tuve cosas que hacer, no fue a posta...

—¡A mamá mona con bananas verdes! Mire y escuche, señor Marshall que a esto no lo voy a repetir; Con Eloise no juegue, porque le aseguro que va a perder más de lo que quiere ganar.

Nick se rascó la cabeza y le pidió cerrar la cuenta que le había abierto. Cuando pagó y estaba a punto de irse a la comisaría, lo detuvo el marido de Gladys.

—A esa Niña la quiero como a mi hija y si usted le rompe el corazón o la desilusiona, como lo ha hecho la mayoría de este pueblo, va a perder más que la placa policial.

—¿Me está amenazando? —preguntó Nick con el cejo fruncido, incrédulo, de lo que acababa de escuchar.

—En este momento usted ha dejado de ser policía y yo cocinero, ahora usted es un hombre y yo un padre ¿escuchó? Con Eloise Ritman no.

Nick entró a su oficina y puso la cafetera, solo iba a estar hasta las doce, pero le faltaban largas horas de papeleo administrativo sobre algunos delincuentes que tenían que ser trasladado a San Antonio o Dallas, también estaban algunas que otras denuncias por robo de animales o ruidos molestos, pero había muchas contra Eloise Ritman.

«¿Qué es esto?», se preguntó.

Había una denuncia de Tod Austin contra Eloise Ritman a las seis de la tarde por acoso, pero el recordaba que Eloise Ritman siendo fotografiada mientras hablaba con él a esa hora, porque justo había visto como cambiaba de hora el reloj de la heladera. Después vio otra igual, por acoso a la misma hora. La firmaba Keegan McKingly.

Unos golpes suaves lo sacaron de su ensimismamiento y miró que del otro lado estaba Eloise, que llevaba un bonito pantalón color terracota y una polera de hilo negro, como siempre no lograba ver sus pies.

—Pasa Eloise.

Ella entró y se sentó frente a él haciendo que se inundara todo de perfume de vainilla.

—Vamos a retirar la denuncia de Kyle y Tod Austin y ver las cámaras de seguridad del estacionamiento del ayuntamiento ¿te parece bien? —ella asintió— por lo pronto ya hice dos denuncias a tu nombre por amenaza y utilización de la fuerza bruta.

—Con que retire las denuncias de ellos contra mí me basta.

—¿Cómo que te basta? —preguntó— te hirieron y no lo voy permitir ¿conoces la violencia de género? —ella asintió. Claro que la conocía—. Entonces déjame decirte que eso es lo que te hicieron. Tengo entendido que son hombres de gran tamaño y tú eres pequeñita, usar la fuerza bruta en cualquier caso está prohibido y mientras yo esté aquí nadie va a volver a hacerlo.

—Está bien ¿algo más?

—Es todo por hoy.

—Muy bien. Adiós.

—Espera tienes que firmar la denuncia.

—Ya le dije que no iba a hacer ninguna denuncia.

—Soy testigo de que te hirieron. Ambos dicen que fue a las seis de la tarde y a esa hora ambos estábamos juntos. Están mintiendo, además yo vi como te dejaron las muñecas, cielo. Basta y pon tu bonita firma en este papel.

De amor y tormento #2 "De amor y soledad".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora