Capítulo 22

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«Bienvenida a tu nueva vida», pensó Eloise cuando se bajó del auto para entrar a la que siempre había sido su casa. Todo estaba en su lugar, pero las cosas no eran como antes porque ella no era como antes.

Todo había cambiado y ya no podía dar marcha atrás.

Miró hacia el nuevo jardín. Todas las plantas estaban en flor y no recordaba que ese lugar estuviera tan hermoso nunca. Nicholas, escondido tras unas gafas oscuras, puso una mano en la parte baja de su espalda y la acompañó hasta la puerta, cuando la estructura de madera oscura se abrió, nada de lo que vio era lo que esperaba. Por un momento se imaginó que habría personas aguardando su regreso, esa escena típica de películas, en donde la chica que había estado hospitalizada y a punto de morir regresa a su casa y hasta los que más la odiaban le daban la bienvenida con amor, pero no, allí no había nadie, solo Plumita que saltaba y corría de aquí allá, feliz de volver a ver a su dueña regresar a casa después de una larga ausencia.

Al agacharse, la perrita se paró en dos patas y le llenó de lametazos la cara y se quedó quieta permitiéndole abrazarla, como sabiendo que la joven necesitaba de su contacto después de largo tiempo.

—Nick, Benjamin. Gracias por... —comenzó balbuceando la joven.

—¿Qué dices que comamos, Nick? —preguntó Benjamin.

—Hay cosas en la alacena ¿Qué quieres cocinar? —preguntó el otro.

—Chicos...

—Veamos.

Eloise vio como ese par, que hacía unos meses no sé podía ni ver, se alejaban hablando alegremente hacia la cocina. La joven miró a la perrita que al estar en contacto con sus ojos comenzó a mover el rabo alegremente.

—No sé qué le pasa a ese par —besó la cima de su cabecita— pero me aterra ver que se alían así.

—¡Eloise ven que te serví coca cola! —gritó Nick.

—¿Lo ves?

Caminó a paso lento, pues se sentía bastante cansada debido al tiempo que había pasado en el hospital. Al llegar a la cocina, observó atónita que, mientras Nick tostaba pan, Benjamin vertía una bolsa de salsa precocinada de una marca conocida en una cazuela y comenzaba a calentarla, el aroma a ajo fue casi instantáneo y hasta Plumita comenzó a expresar su hambre, Nick le cambió a la perrita por un vaso de gaseosa cola.

A Eloise no le había pasado desapercibido que la hostilidad entre esos dos había acabado, seguramente porque la noche en la que todo ocurrió, la perrita estaba en la casa de este.

Una pesadez se instaló en su cuerpo al recordarla, había pasado tanto tiempo de aquello, pero no podía olvidarlo, no podía evitar olvidarse de ello y estaba seguro que necesitaría algún tipo de ayuda profesional.

—Estaba pensando que —dijo mientras los hombres la miraban— no es necesario que se queden. Ya estoy en mi casa, nada me pasará acá y...

Benjamín y Nick se miraron entre sí.

—Queremos estar contigo —dijo Nick.

—Pero yo no quiero que estén —declaró ella con voz suave—. Necesito estar sola y no espero que lo entiendan, espero que lo respeten, que se vayan.

—Tesoro...

—Basta Nick.

—Nosotros —dijo Benjamin, colsiliador— también tenemos algo que decirte, Eloise.

Los hombres se miraron entre si después de un corto silencio. Benjamin decidió hablar.

—No soy el indicado para hablar contigo y sé que tampoco tengo el derecho de estar contigo, pero si quiero que me escuches un segundo, después haremos lo que quieras ¿Si?

De amor y tormento #2 "De amor y soledad".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora