Capítulo 19

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Febrero no era un buen mes. Nick se sentó en la sala y se cubrió los ojos con el brazo izquierdo, mientras que con el derecho acariciaba a Plumita. La perrita se había adaptado a él perfectamente y ya comía su balanceado y bebía agua con normalidad, aun recordaba cuando había estado a punto de perderla a ella también. La inanición era muy común en los perritos que sufrían depresión y Plumita extrañaba a Eloise.

Tanto o más que él.

Había sido después de rogarle al director de hospital y demostrar que Plumita estaba apta para ingresar a las habitaciones, que había podido llevarla a que visite a su dueña y todo había sido exitoso, de ahí, cada semana, Plumita visitaba a su dueña y su dueña presentaba grandes cambios ese día, las pulsaciones mejoraban y poco a poco le cambiaba el color.

Estaba haciendo todo por ella, porque despertara, le hablaba, le leía las cosas que más le gustaban, le llevaba sus flores favoritas, le ponía la canción que oía mil veces...

Pero nada estaba funcionando como él esperaba.

-¿Qué voy a hacer, Plumita? -preguntó-. Nada está funcionando ¿Cómo hago que regrese con nosotros?

La perrita suspiró y él la miró, luego la tomó en brazos y la llevó a la cocina para que comiera y bebiera agua.

Comió todo lo que le dio y luego siguió con la comida del propio Nick, que feliz del cambio de apetito de la perrita, volvió a servirle un poco más de comida.

Habían sido semanas muy duras, y como ocurrían todos los viernes, el cuerpo le pasaba factura, Nick no quería hacerle caso a su cuerpo, pero como buen soldado que era, sabía que un cuerpo descansado funcionaba mil veces mejor, que un cuerpo cansado, entonces se obligaba a dormir por ocho horas, pero las pesadillas lo despertaban a mitad de la noche y siempre se oía gritando el nombre de Eloise, pero aquella noche, no lo hizo.

Aquella noche la vio en la cama a su lado, acariciándolo como solía hacerlo muy a menudo. Esas caricias que él había despreciado.

Sus ojos estaban más celestes que nunca y sus labios muy vivos y coloridos. Las suaves manos de Eloise le recorrieron el rostro y el las sostuvo a la altura de la mejillas.

Ella suspiró y luego hablo:

-Estoy bien, solo estoy muy asustada -le dijo en un susurro-. Tengo miedo de regresar a casa.

-Ya no tienes porque temer -dijo Nick tras besarle la palma de la mano-. Estoy a tu lado día y noche para que nada malo te ocurra. Confía en mi.

-No quiero confiar, Nick. No puedo confiar.

Nick sintió un nudo en la garganta, claro que no iba a confiar, ya le habían hecho demasiado daño como para poner su vida en manos de otros de nuevo. Le habían hecho un daño irreparable. Y él también.

-Nos veremos de nuevo -dijo ella mirándolo desde la ventana-. Muy pronto, te lo prometo.

Cuando Nick abrió los ojos, estaba pitando el teléfono, se talló los ojos y levantó el tubo después de que sonara tres veces más.

-Nick Marshall -Contestó poniendo los pies descalzos en el frio suelo.

-Hola Nick, soy Clarisa. Eloise despertó y pregunta por ti.

Nick llegó lo más rápido que pudo al hospital, aun no recuerda como estacionó el auto, pero estaba casi seguro que en el espacio de discapacitados. No le importaba, pagaría la multa después, tenía dinero de sobra, lo que no tenía de sobra era el tiempo.

Eloise había abierto los ojos y eso era lo único que le importaba.

Después de dejarle a Plumita comida y agua se sobra, se vistió como pudo y se subió al auto. Aunque era de noche, parecía haber visto el sol después de una muy larga ausencia.

De amor y tormento #2 "De amor y soledad".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora