Capítulo 26.

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Presente
Jamie baja del coche en cuanto está frente al hospital. Le alegra ver que se encuentra bastante vacío, que se sigue evacuando a gente y que la furgoneta de la brigada anti-bombas está a escasos metros del coche de policía con el que ha viajado hasta allí. Entra en el edificio en busca del agente Carter. Crowe va tras él.

Lara abre dulcemente los ojos. Quizás haya estado durmiendo un poco, pero no mucho. Ahora se hace la idea de salir a buscar a Ray. Aún se siente débil; aquella inyección ha sido muy fuerte. Entonces Lara, dándole vueltas al tema de la espada, recuerda lo que Charlie le preguntó cuando se reunieron en la biblioteca abandonada. "¿Dónde está el brazalete?" El brazalete... ¿qué brazalete? Recuerdos se agolpan en su mente y le pinchan la cabeza, hasta tal punto que debe volver a sentarse sobre la cama; pero no, ella no quiere dejarlos salir. Y menos cuando oye voces alrededor de la cabaña. Automáticamente saca la pistola y se esconde bajo la cama. La puerta no tarda en abrirse y entran dos hombres armados.

– Ha dicho que miremos por los alrededores.

– Ya lo se, pero no creo que esté aquí.

– Da igual, llevamos buscándola un buen rato. ¿Qué más da mirar aquí también?

Tras escucharlo, Lara comprende que se ha dormido más rato del que ella pensaba. Seguramente también habrá sido por los efectos del somnífero. 

– El tío del puente; ¿lo hemos abatido ya?

– No, se tiró hacia el lado contrario. No lo hemos encontrado tampoco.

Uno de los dos hombres pasa justo por delante de ella. Contiene la respiración.

– ¿Y la francotiradora? –pregunta el que está delante de ella, que parece estar mirando la cama fijamente.

– Otra que tal. En cuanto descubrimos su posición, ya se había marchado de allí.

– ¡Eh, fíjate! –dice el que sigue mirando la cama con detenimiento– ¡Esto está mojado!

– Eso quiere decir que hace poco ha estado aquí. Avisa al jefe.

El otro hombre intenta conectar la frecuencia de un walkie, pero sólo se oye estática.

– No llega bien la señal, parece que se avecina una tormenta de nieve. Estoy fuera.

– De acuerdo –contesta el otro, que ya no se encuentra frente a la cama, sino revisando un armario.

En cuanto sale de la cabaña, Lara ve su oportunidad. Rueda sigilosa de su escondite, se pone en pie en silencio y apunta al hombre, que sigue de espaldas rebuscando en el armario. Justo cuando va a disparar, se lo piensa mejor y coge un cojín de encima de la cama. Se acerca despacio, pone el cojín frente al cañón de la pistola y dispara. Con el cadáver en el suelo, que ya empieza a llenar a este de sangre, Lara suelta el cojín y se agacha frente al muerto.

– A ver qué tenemos por aquí...

Jamie encuentra a Carter acompañando a dos policías que evacúan a un paciente en camilla.

– Jamie, ¡estás bien! Hace poco que me han dicho que tu apartamento ha volado por los aires, no sabía si seguías con vida o no...

– Sí, estoy vivo. Pero ahora no tengo nada.

– Lo siento mucho. Ahora vamos, evacuemos a los que faltan y salgamos de aquí.

Crowe, que estaba atendiendo una llamada, regresa junto a ellos.

– Hola Carter. Me acaban de llamar; la bomba en la comisaría está desactivada.

– Me alegra verte, Crowe. Gracias por avisar.

Tras esto, Carter se dirige hacia otro pasillo. Jamie lo sigue.

– Estamos seguros de que ha estado aquí hace poco. De acuerdo, sí.

Tras estas palabras, el hombre guarda el walkie y entra de nuevo en la cabaña. Al hacerlo, encuentra a su compañero en el suelo rodeado de sangre. De pronto, una cuchilla le raja la garganta. Cae de rodillas y luego se desploma definitivamente. Lara limpia el cuchillo y le coge munición y el walkie. "Tormenta de nieve", recuerda ella. "Será mejor que salga de aquí..."

A Ray le tiemblan las manos. Tras lanzarse a por el detonador, ha caído por una ladera de nieve, se ha golpeado contra un árbol, ha perdido la pistola y ha estado completamente inmóvil al menos diez minutos. Apenas puede pestañear. Ahora, tras un enésimo esfuerzo enorme, logra incorporarse y apoya la espalda contra un tronco. El frío le ha encogido todos los músculos de su cuerpo. Tras otros cinco minutos así, reúne fuerzas para ponerse en pie. Cuando lo hace, comienza a vagar por el desnudo bosque. Con el detonador en el bolsillo.

Lara dispara a otro. Lleva al menos cinco desde que ha salido de la cabaña. Con su ametralladora se enfrenta a tres más, uno de ellos con un lanzallamas. Pero, finalmente, logra abatirlos a todos. Están peinando todo el bosque sólo para encontrarla a ella. Lara no sabe dónde está, así que sigue sus instintos deseando llegar al pueblo y ver a Ray allí. El frío se ha intensificado; la tormenta está cerca. El viento la delata. Las nubes también. Si no llega pronto al pueblo, morirá. Lo mismo pasará con Olivia y con Ray si aún no han llegado. Tiene miedo, pero sigue adelante. Cuando al fin ve el pueblo a lo lejos ya es por la tarde. El cielo se ha vuelto naranja y cada vez las sombras son mayores. Reza por sus amigos y desciende hasta el pueblo. Una vez allí, recuerda el camino que han hecho con el coche de Olivia desde la casa de Ray hasta la catedral en ruinas y hace el camino inverso. Cuando llega a casa de Ray, se decepciona al ver que allí no hay nadie. Siente ganas de llorar, se siente vencida. Observa el sol desaparecer tras las montañas que rodean al pueblo situado en un valle, sintiendo que todas las muertes que está causando son innecesarias. Solo debe recordar y darle a Charlie lo que quiere: la espada de la resurrección. O el brazalete, o lo que sea. Justo entonces ve a no muy lejos de ella una cabellera rubia que le resulta familiar. Decidida, respira hondo y se dirige hacia ellos. 

La tormenta de nieve aguarda, paciente, tras las montañas nevadas.

Tomb Raider. Fantasmas del pasado [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora