Capítulo 29.

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Pasado
Lara coge sigilosamente a un mercenario por el cuello, lo asfixia y esconde su cuerpo. Avanza hasta repetir la misma acción con otro mercenario. Tras esto, se desliza por unas ruinas de edificio y salta hacia otro. De pronto, algo llama su atención. Hay un edificio a no muy lejos que brilla. Entre los ladrillos de piedra puede reconocer piezas de oro encajadas a modo de ladrillos. Sin duda aquel edificio parece más especial que el resto; si la pieza no se encuentra ahí, ¿dónde?

Así que, decidida, salta hacia el edificio de enfrente y se esconde al ver que dos de ellos pasan por delante. Tras pasar desapercibida entre varios, llega hasta el edificio con las incrustaciones de oro. Se mete como puede por una ventana, ya que la puerta está atascada, y allí dentro investiga detalladamente el interior del edificio.

– Sí...

Lara se acerca a una urna de cristal con base y patas doradas en la que descansa un pedazo de la hoja de una espada.

– De acuerdo. Esto es mío...

Lara rompe la urna con uno de sus piolets y coge el trozo con la otra mano.

– Mucho me temo que no... –truena una voz masculina tras ella.

En un instante, se encuentra rodeada por tres de ellos apuntándole con sus armas. Uno de ellos aparta los escombros de la puerta y entra un hombre de pelo y bigote blancos. La observa de arriba a abajo y se acerca haciendo sonar sus aparentemente pesadas botas.

– Así que usted es la señorita Croft; ¿no es así?

Ella lo desafía con la mirada, alzando ligeramente la cabeza.

– Ya sabía yo que esta muchacha me pondría problemas... ¡Oh, pero qué descuidado! Soy Ron Williams, jefe y fundador de ExRon. Eres muy buena, lo he podido comprobar. Y es por eso que tengo una oferta para ti.

Lara, nada convencida, mantiene su postura de desconfianza.

– Ambos buscamos lo mismo, la Hoja de la Vida. Y... ¿por qué no buscarla juntos? Tú tienes ingenio y experiencia; yo tengo medios y ayuda. Juntos la encontraremos sin problemas. Vamos, ¿qué me dices?

Lara, aún con el piolet y el trozo de espada en las manos, observa a aquel hombre mientras recapacita sobre su oferta.

– ¿Y si me niego?

Ron comienza a reír. De pronto, para en seco y la mira serio.

– Puedes negarte si quieres. Pero entonces yo me quedaré con eso –dice señalando la pieza de la mano de Lara–. Y te tendré que matar. Y la verdad, sería una auténtica pena. Te veo con mucho potencial, querida.

Ella lo mira con asco.

– ¿Y bien? ¿Qué decides?

Lara observa su alrededor. Tres soldados apuntándole y Ron, que también lleva armas aunque no le apunte. Fuera, justo delante de la puerta, seguramente hayan más. Eso sin contar los de alrededores. Lo tiene difícil para salir de allí a su manera. Así que mira a Ron fijamente y, tras un momento de silencio, responde:

– De acuerdo. Acepto.

– Genial. Ahora dame esa pieza y vayamos a buscar las dos que faltan, ¿sí?

Una sonrisa maliciosa se dibuja en el rostro de Lara. Acerca despacio la mano donde tiene el trozo de la espada a una de las ventanas.

– Es una pena que caiga al vacío, ¿no?

La expresión de Ron cambia a preocupación.

– Se que no quieres hacerlo.

– Pero lo haré. Créeme si te digo que lo haré.

Tomb Raider. Fantasmas del pasado [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora