Capítulo 33.

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Pasado
Lara analiza el hueco que la separa de la entrada al templo. No se puede saltar ni cogiendo carrerilla; ni tampoco hay un buen lugar dónde enganchar un gancho atado a una cuerda para poder cruzar colgada. A simple vista, parece inaccesible. Charlie se acerca hasta ella.

– ¿Ya lo tienes? –pregunta calmado.

– Es difícil –responde con odio–. Pero se me ocurre una manera.

– ¿Cuál? –pregunta con curiosidad.

– Con la suficiente velocidad, uno de vuestros coches podría cruzar al otro lado. Sólo hay que enganchar una cuerda atrás y, una vez el coche llegue al otro lado, podrá cruzar quien sea.

Es arriesgado, Lara lo sabe y Charlie también. Pero no hay mejor forma de asegurar la entrada a ese lugar.

– Está bien. Se lo diré a Ron –comenta Charlie dándose la vuelta.

– Yo misma lo conduciré. A ver si con un poco de suerte me caigo y te pierdo de vista, traidor –escupe ella, aún asomada al enorme vacío.

Charlie no se detiene, y ni siquiera responde. Tampoco sabría cómo hacerlo. Es un traidor, por mucho que le pese. Tras la aprobación de Ron, los soldados preparan el vehículo tal y cómo Lara les ha explicado. Deciden darle unos segundos para hablar con Luke.

– No entres ahí, por favor Lara –le ruega él, con las manos atadas por una soga aún.

– Debo hacerlo.

– Les darás lo que quieren. No lo puedo permitir.

– ¡Que se lo queden! A mi no me importa esa estúpida espada.

– Luego de conseguirla te matarán. Y a mí detrás.

– Lo harán de todas formas –responde con indiferencia, apretándose los cordones de sus botas.

Un soldado le hace un gesto, avisándole de que el vehículo ya está listo.

– Suerte. Te estaré esperando aquí fuera.

– No tardaré mucho. Espero.

Lara parece valiente. Es la imagen que ha dado siempre y la debe preservar, sobretodo delante de su amigo Luke. Pero en realidad tiene miedo. No sabe lo que pasará tras esa entrada y eso le asusta. Aún así, mostrar su miedo ante Luke empeoraría las cosas. Él debe de pensar que está segura de su decisión y no tiene miedo de entrar. Respira hondo y se acerca al coche.

– En cuanto llegues al otro lado, cruzaremos nosotros por la cuerda. Espérate a que estemos nosotros para entrar, ¿entendido? –le dice Ron.

– Entendido.

Se sube en el coche. Gira la llave, arrancando el motor, y mira al frente. Dejando un amplio pasillo para que ella pase están todos los soldados. Entre ellos, Charlie y Ron. En medio de estos dos últimos está Luke. Una jugada hábil, puesto que a Lara se le había pasado por la cabeza atropellarlos a todos menos a Luke. Pero, en esa posición, queda totalmente descartado. Respira hondo y pisa el acelerador con todas sus ganas. Los neumáticos giran deslizándose por el terreno a gran velocidad. El coche se acerca al abismo; y al hacerlo, Lara se percata de que caer por él es mucho más posible de lo que pensaba. Pero no se detiene, cierra los ojos y se prepara para lo que sea. El coche vuela, dejando primero en el aire las dos primeras ruedas y posteriormente las traseras. Suspendido en el aire, parece que el tiempo transcurre más despacio. Lara, con los ojos cerrados, reza para que la sacudida que confirma que las ruedas han tocado el suelo no tarde mucho en llegar. Y no lo hace. Pronto Lara abre los ojos y ve que se encuentra ante la entrada al templo. Pero entonces se da cuenta de que aún se balancea ligeramente. Baja del coche a gran velocidad y ve que las ruedas traseras están suspendidas en el aire, chocando contra el borde.

Tomb Raider. Fantasmas del pasado [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora