Capítulo 31.

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Presente
No han venido. Ray y Olivia debían venir por la mañana y no han venido. Estarán muertos. Seguro que Olivia fue a buscar a Ray pero se adentró en la tormenta, así que decidió regresar. Y al hacerlo le dispararon. Lara sabe que el disparo que escuchó ayer fue un disparo certero, definitivo. Un disparo de muerte. Y tiene la intuición de que la desgraciada ha sido Olivia. La pobre chica que quiso ayudarle sin importar las consecuencias.

De pronto la puerta de la celda se abre. Charlie entra y dos soldados se quedan frente a la única entrada y salida de la sala.

– Hola Lara.

– ¿Qué quieres? –responde ella mirándole fijamente a los ojos.

Charlie se sienta a su lado, en la cama.

– ¿Cómo llevas tus recuerdos?

– Mal.

– Y... ¿a qué se debe?

– Has matado a alguno de mis amigos. Y, pues no concilio el sueño; ¿sabes?

Charlie la mira desafiante y su expresión se vuelve de ira. Pero cambia repentinamente a humor y una risa burlona inunda la habitación.

– No he matado a ningún amigo tuyo...

– ¡Eres un cerdo mentiroso! ¡Escuché ayer ese disparo, se que alguien ha muerto! ¡Además me tienes aquí, encerrada, dándome de comer y de beber cada cuatro horas y obligándome a mear en un cubo puesto en una esquina! ¡Es inhumano! Así no puedo dormir.

Charlie la mira con cierta tristeza, como compadeciéndose.

– Lástima que no hayas podido recordar nada. Ahora, él está aterrizando. Y te aseguro que no será tan benévolo como lo he sido yo. Lo he hecho por nuestra amistad, Lara. Él, en cambio, no tiene ninguna amistad contigo. No habrá piedad. Así que, buena suerte. Y prepárate para Tolland.

Lara se queda con ese nombre. ¿Quién es Tolland? De pronto Charlie da media vuelta y abandona la sala, y los dos soldados de la puerta se acercan a ella dispuestos a cogerla. Lara saca fuerzas de no sabe donde para comenzar una pelea con ellos. Golpea con los puños a uno en la cara mientras que el otro intenta sujetarla. Pero se libera y le asesta una fuerte patada en el abdomen. Le atiza un codazo al primero y patea al segundo. Le roba a uno de ellos su pistola y sale de la habitación. Pero se encuentra con tres soldados más apuntándole.

– Lara... suelta la pistola, ¿quieres?

Ella murmura algo ininteligible entre dientes y deja caer la semiautomática al suelo. Se escuchan las hélices de un helicóptero girar con fuerza en el exterior, y poco a poco va haciéndose más y más débil. Los soldados a los que les ha pegado una paliza llegan hasta ella y la empujan hacia Charlie. Caminan por los pasillos del búnker hasta la salida y entrada de este. La puerta metálica se abre y un hombre alto y delgado aparece escoltado por dos soldados y un hombre aparentemente desarmado. Éste último le resulta familiar; y sus sospechas se confirman cuando definitivamente entran y la puerta se cierra. Se trata de Ron Williams, de ExRon.

– Es un placer verte de nuevo, Lara –dice con una sonrisa inquietante.

El hombre del centro se quita la chaqueta y hace un gesto a los demás con la mano. Entonces arrastran a Lara hasta una sala fría, poco iluminada y con charcos por la nieve derretida. La sientan en una silla y la atan. Comienzan a instalar un equipo tecnológico cerca de ella.

– ¡¿Qué me vais a hacer?! –grita Lara removiéndose en su sitio.

– ¿Recuerdas el suero que te inyectamos que te ayudó a recordar? Pues simplemente vamos a repetirlo –sentencia Charlie.

Tomb Raider. Fantasmas del pasado [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora