Capítulo XII: México.

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Hola a todos!!

Bueno, les traigo otro capítulo más de esta historia. ¿Comienza el salseo? Mmm... sólo un arco, tengo varios arcos preparados (ya les había dicho, este fic será largo XD).

En este capítulo, la canción que les traigo es "En mi interior" que canta Catty Noir de Monster High. Esta será una canción que usaré para éste y otros capítulos, pero de eso hablamos luego XD.

Esta canción demuestra los sentimientos de Dipper principalmente.

En fin, espero les guste el capítulo, si es así voten y comenten por favor =).

Ya saben, Gravity Falls y la canción que les dejo aquí NO me pertenecen.


Capítulo XII: México.

Después de mil disculpas por parte de Dipper a Will por haberlo golpeado y Bill quitándose pastel del pelo para después darse una pintadita porque pensó que el pastel causó una reacción en su pelo y se verían las raíces castañas claro.

Al llegar a México, los artistas bajaron del avión y fueron directamente al hotel donde ahora sí Ford se encargó de que cada uno tuviese su propio cuarto. Esa sería la parada más larga, pues el siguiente concierto sería en tres semanas y podían tomarse un pequeño receso.

En el hotel, ya estaba entrando la noche y Dipper estaba en su cuarto aún pensativo ya no sólo por lo de antes, también porque se sentía como al principio de su depresión: sin propósito. Suspiró, sabía que era algo normal, pues los psicólogos le advirtieron que podría tener recaídas. Quiso salir un rato, sentía que necesitaba del aire libre. Tomo su teléfono, su billetera y le llamó a Ford diciéndole que saldría. El hombre aceptó sin chistar, pues en su sobrino sí confiaba.

El castaño dejó la llave en recepción y salió, dejándose perder un rato en las calles del zócalo mexicano. No era su país de origen pero había ido hacía tiempo allí y conocía un poco los caminos, además que su teléfono tenía GPS.

Caminó viendo a su alrededor muchos puestos de comida y otros de ropa. Algo buscaba el castaño, pero no estaba en la calle y él lo sabía, por lo menos no en los locales. Tocó su dije de triángulo que colgaba de una cadena en su cuello. Siguió caminando y vio que las luces de la calle comenzaban a prenderse. Los locales también encendieron sus luces y el chico divisó una tienda de cuadros al óleo. Entró.

Vio desde bodegones hasta retratos. Sonrió con nostalgia y recordó ese dibujo que hizo y estaba guardado en una caja de metal bien escondida en su maleta. Un hombre mayor se acercó a él.

-¿Algún cuadro llama su atención, joven?- Dipper volteó a ver al encargado y parecía ser el autor de los cuadros, pues su ropa tenía algunas manchas de pintura. Miró a un punto al azar en la pared y vio un cuadro que llamó su atención: era una cabaña en medio de un bosque rodeado de pinos, el sol tenía forma triangular, a su lado una especie de media luna, una estrella fugaz pasaba detrás de éstos, una estrella con los picos de diferente color en el cielo, unas gafas en el pasto, un signo de pregunta en la puerta de la cabaña, en el pórtico de ésta una bolsa de hielo y el piso tenía dibujada una mano que si te fijabas bien tenía seis dedos. Había una llama tallada en un árbol y debajo había un corazón cosido. El cielo parecía estar mostrando un atardecer pero demasiado rojo. Era muy surrealista, y casualmente, el único cuadro de ese tipo en la tienda.

-¿Qué significa ese cuadro? -Señaló Dipper el cuadro hacia el comerciante.

-¡Oh! Es un cuadro muy especial. Es el único de su tipo en esta tienda. Un día simplemente lo pinté, no hubo bocetaje ni nada, fueron ideas que salían de mi mente. Parece que ha estado esperando por alguien, pues hace años que está en esta tienda y nadie siquiera lo ha volteado a ver. -Dipper frunció el ceño algo incrédulo. El cuadro llamaba mucho la atención. Quizá sólo era una estrategia para que se lo vendieran, pero ese cuadro realmente llamaba mucho su atención.

-¿Cuánto cuesta? -Preguntó por fin el castaño. El vendedor le dio un precio que a Dipper le pareció justo y lo compró. No sabría cómo cargaría con él durante la gira, pero sentía que debía tener esa pieza de arte.

Aún sentía que estaba buscando algo, pero no sabía qué era. Bueno, sí lo sabía: era el amor. Él tuvo la suerte de conocer el amor hacía algunos años, pero su relación no era para siempre... jamás lo sería y él lo supo casi desde el principio, pero aún así mantenía una pequeña esperanza en su corazón. Después de eso casi cometió una gran tontería pero logró obtener ayuda. Su última recaída había sido hacía dos años y medio y no había sido tan fuerte como ésa.

Ahora sentía una atracción hacia alguien que hacía algunos meses era prácticamente un imposible... aunque aún podría ser eso: un imposible. ¿Cómo Bill se fijaría en un diseñador poca cosa como él? Ni siquiera su nombre era reconocido en el ámbito del diseño... suspiró. No negaba que le gustaba Bill pero quizá el rubio no gustaba de él... sí una vez se tomaron de la mano pero no sabía si eso significaba algo para el rockero.

No había luz en su obscuridad, no aún. No quería aceptarlo del todo, pero en el fondo se comenzaba a ilusionar con el rubio. Miró la hora en su reloj, era algo tarde. Iba de camino de regreso cuando vio una tienda, una joyería específicamente. Entró, le gustaba ver joyas.

Una llamó su atención, era un anillo algo extravagante. Era de los que cubrían la mitad del dedo. Era de acero pintado de dorado con una piedra negra grande en el centro. El anillo le recordó a cierto rubio y dejó salir una pequeña risa. Preguntó por el costo del anillo y cuando supo que podía pagarlo, lo compró y lo guardó en su bolsillo. ¿Quizá era una señal? Obvio no se lo daría al rockero en ese momento, se lo daría cuando creyera que fuese el momento.

Tomó un taxi porque el cuadro ya le pesaba y fue hacia el hotel.

En otro lado, Bill se había escapado del hotel y ahora vagaba sin un destino en particular. Vio una tienda de ropa y se acercó a ver. Una chica se le acercó.

-Hola. ¿Buscas algo en especial? -Ella sonrió.

-No gracias, sólo estoy viendo. -Contestó él amablemente. La chica vio lo que Bill inspeccionaba: una chaqueta.

-Tengo más de ese tipo en el mostrador, si quieres puedo enseñártelas. -A Bill le gustó la idea y asintió.

En el mostrador ambos comenzaron una plática casual que terminó en algunos coqueteos por parte de ambos. Bill veía atractiva a la chica y si algo no le molestaba era coquetear. Al intercambiaron números telefónicos, más que nada porque ella insistió.

-A todo esto, ¿Cómo te llamas? -Preguntó Bill.

-Soy Pyrónica. -Dijo la chica sonriendo. -¿Y tú?

-Llámame Bill. -Dijo el rubio con seguridad. Terminó comprando la chaqueta y cuando salió, bajó un poco sus lentes de sol y le guiñó un ojo a Pyrónica.

¿Pyrónica sabía quién era aquél chico? ¡Claro que lo sabía! Pero se hizo la desentendida, ya tendría mucho tiempo para alardear que salía con Bill Cipher. Sacó su teléfono y marcó un número.


El fotógrafo y el rockero (BillDip) Completo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora