Capítulo 6

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Que alivio cuando no suena el despertador, me gustan los sábados, porque no tengo nada que hacer. Era las once de la mañana y yo creo que ya era hora de levantarse. Al bajar a la cocina a tomar el desayuno, me iba frotando los ojos cuando miré al frente y me encontré a Danny sentado en una silla comiendo galletas con pepitas de chocolate.

-Danny... ¿Qué haces aquí? -Me peiné rápidamente, tenía pelos de loca.

-Venía a traerte esto, no sé si es tuyo. Lo encontré en la basura de la entrada del instituto. 

-Me acerqué y era mi cómic. Estaba pegado trocito a trocito unido por cinta aislante.

-Mi cómic... -Lo cogí lentamente. -Esto...

-¿Por qué lo tiraste? -¿Yo? ¿Tirarlo? ¡Si fue tu novia!

-Por-Porque... Me quedó feo y pensé que lo podía mejorar.

-¿Feo? ¿Esto? ¿Es una broma verdad? -Se le quedó la cara desencajada.

-No... No es una broma...

-Amie ¡Es perfecto! Yo sería incapaz de hacer eso. -Se le escapaba alguna que otra pequeña carcajada.

-Bueno... Gracias por arreglarlo y por venir a devolvérmelo. Pero ahora necesito ducharme, vestirme... Y arreglarme un poco. -Le sonreí mientras le abría la puerta. -Llévate las galletas si quieres.

Cogió las galletas y salió por la puerta. -Hasta luego Amie. -Me sonreía. ¿Hasta luego? ¿Acaso nos íbamos a ver más tarde?

Le sonreí y cerré la puerta. Mi madre sentada en el sillón me miraba. -Hija, tu no rompiste el cómic ¿Verdad?

-No mamá, no, yo no fui.

-¿Y por qué te echas la culpa a ti?

-Porque es su novia quien me lo rompió. No quiero meterme en líos con ella, bastante tengo ya con esa mosquita muerta. -Subí los escalones, me metí en mi habitación y di un portazo. Me puse la música muy alta mientras ordenaba las estanterías. Luego me fui derecha a la ducha.

Cuando salí de entre el vapor y el calor, me adentré nuevamente en mi cuarto y estaba mi madre sentada en la silla de mi escritorio con el portátil encendido y en la página de internet que busqué anoche.

-Con que quieres ir a la Universidad en Nueva York eh... -Me decía con una sonrisa en la cara.

-Mamá ¿Alguna vez te dijeron que cotillear las cosas de los demás está mal? -Se lo decía mientras sacaba la camiseta de los Rolling Stones del armario.

-Me lo han dicho sí... Pero ¿Por qué no me lo dijiste antes?

-Porque de momento no quiero tu opinión, ni la opinión de Becky, ni la de papá. Quiero tomar mis decisiones por mi misma. -Puse la camiseta encima de la cama mientras me quejaba.

-Pero hija... -La interrumpí.

-Mamá, sal de mi habitación, no quiero hablar del tema. -Salió del cuarto.

Me acerqué a aquel aparto electrónico y lo apagué del todo. No quería que más personas supieran lo de las Universidades.

Me terminé de vestir y bajé al jardín, allí estaba Nelson ladrando. Me asomé por la valla y pude ver al pequeño perro dando vueltas en si mismo. -Nelson. -Él vino y le acaricié por el huequecito de aquella valla. Era blanco y estaba muy limpio, de ahí me vinieron las dudas de si la vecina Rita estaba soltera. En los días que llevaba aquí no vi salir a ningún hombre de esa casa.

A sique lo que hice fue encaminarme hasta su casita. Llamé a la puerta y me recibió la abuelita con un delantal y una bandeja con galletas recién horneadas.

El diario de Amie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora