El otro líder

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La vio a lo lejos, sentada en uno de los bancos del parque mientras llovía. Estaba sola, y pese a tener un paraguas, éste permanecía cerrado, totalmente inerte e inútil y acomodado sobre la banca. Se acercó un poco más, lo suficiente para ver con claridad a la chiquilla mientras ésta se abrazaba a sus rodillas con la ropa totalmente empapada.

—Oe— llamó cuando ya se encontraba frente a ella— los mocosos deben estar en casa cuando está lloviendo de esta manera.

La yato elevó la mirada azul para verlo por un segundo, pero pronto volvió a fijarla en el vacío y pareció encogerse sobre su lugar. Gotas húmedas descendían por sus blancas mejillas, pero era difícil saber si se trataba de la lluvia o eran genuinas lágrimas.

— ¿Qué ocurre?

Kagura escondió el rostro entre sus rodillas y Hijikata pudo ver que sus pequeños hombros temblaban. El pequeño monstruo súper fuerte ahora lucía tan débil que parecía poder romperse en cualquier momento.

— Hoy hicieron una lápida con su nombre— fue lo que el oficial pudo escuchar de la voz entrecortada de la menor. El pelinegro silenció por un prolongado momento mientras elevaba la mirada fijándola en el cielo gris que lloraba.

Hacía ya más de un año que ese hombre estaba desaparecido sin dejar ningún rastro, y por más que le buscaron, de él nada se halló y ahora finalmente, al parecer, lo habían declarado muerto. Las cosas no eran iguales desde que él no estaba, quisiera decir que no le importaba, sin embargo, era bastante indispensable en ese barrio de mala muerte al que llamaban hogar.

Sacó un cigarro de la cajetilla que llevaba siempre en el bolsillo interior de su saco a la altura del pecho, y protegiendo la llama del fosforó le encendió para poder fumar. Dejó salir humo gris desde su boca y luego suspiro.

— Ya veo— fue lo único que pronunció al tiempo que pesadamente cerraba los parpados.

La chiquilla comenzó a llorar abiertamente, cubriendo su lastimoso rostro entre las albinas manos.

— ¡¡Gin-chan no está muerto!!— vociferó con dolor y con cierta frustración reflejada en su aguda voz— ¡Volverá cualquier día de estos! ¡Yo lo sé...! Por eso... Por eso... ¿Por qué nadie lo cree?

Hijikata volvió a verla, manteniendo el cigarro en sus labios con una mano sujetándolo para facilitar el quitárselo en cualquier momento. No era cercano a esos críos, eso decía él, sin embargo, le provocaba gran pena verlos de esa manera. Había sido su líder por un corto tiempo, pero eso le bastó para saber que eran buenos. No merecían pasar por el sufrimiento por el que pasaban ahora, sin embargo, ahí estaban.

El mundo no es justo...

Y ellos lo estaban aprendiendo de una manera terrible.

Kagura sintió como la fría lluvia dejaba de chocar contra ella y confundida, alzó la mirada para ver a Toshiro colocando su saco sobre ella para cubrirla.

— Si ese idiota de permanente natural regresa, estoy seguro de que se enojará por tener que cuidar de una mocosa enferma de fiebre— dijo desinteresadamente antes de exhalar más humo gris—. Así que vete a casa ya y báñate con agua caliente.


Gintama One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora