Especial Fantasmas Parte II

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Era una noche de fiesta en el Shinsengumi, donde el ruido, gritos, risas estruendosas y hombres actuando estúpidamente eran parte de la celebración. Incluso el comandante estaba desnudo, agitando las copas y gritando "¡Banzai!" siendo encorado por los demás hombres que le seguían el juego.

Ni siquiera recordaba a que se debía la celebración, y en ese momento no podía importarle menos. Llevaba bebiendo toda la tarde, y realmente estaba ebrio. Torpemente se levantó de su lugar aún con vaso de cerveza en la mano, y tambaleante se dirigió hacia afuera del cuartel. Su rostro estaba rojo por el efecto del alcohol y empezaba a tener una sensación de asfixia por todos los hombres reunidos en esa sala.

"Finalmente afuera..." pensó sintiendo que podía respirar de nuevo.

Miró el cielo nocturno totalmente despejado. Las estrellas resplandecían cómo luceros en el cielo de Edo, iluminando por completo el telón negro de la noche, incluso las voces ruidosas de quienes festejaban parecían perderse en la lejanía.

Había paz...

—Es un cielo precioso—dijo alguien desde el otro lado del umbral afueras del cuartel. Sorprendido por la sigilosa compañía, el ebrio demonio miró a su lado levantando una ceja con cierta cautela.

—¿Sougo?

Preguntó al ver a una joven mujer castaña de ojos rojos vestida con un kimono rosa. Su adormecido cerebro, por alguna razón, le hizo pensar automáticamente que Okita -también afectado por el alcohol-se había vestido se mujer y ahora estaba ahí acompañándolo, tratando de jugar una mala broma.

—Eso es rudo, Toushiro-san— respondió aquella girando el rostro a él para mirarlo—. ¿Realmente parezco un chico?

No era Sougo a quien veía ahí, haciéndole compañía... Era una versión joven de Mitsuba, la chica que dejó atrás en Bushuu. Con el cabello castaño recogido en una coleta, y una suave y cálida voz hablándole.

Abriendo más los ojos, Hijikata pasó saliva y miró la cerveza en su mano, con cierto rencor.

—He bebido demasiado...—murmuró considerando vertir el alcohol en el suelo.

La mujer soltó una delicada risa mientras cubría sus labios con la manga se su kimono.

—Parece que en verdad es así—concordó ella aun riendo.

El hombre meneó la cabeza y pensó en cerrar los ojos con fuerza para despertar de esa ilusión, pero... ¿Qué tenía de malo? Meditando en aquello, una vez más giró el rostro a donde la doncella y notó que ésta todavía lo miraba con suma atención.

— ¿Por qué...?

Susurró inclinando las cejas, aún confundido. ¿Por qué su imaginación trastornada le había traído a esa chica?

— ¿Tanto te desagrada verme?— Preguntó Mitsuba en tono de broma, pero su mirada denotaba tristeza.

— Claro que no— Contestó sin pensarlo, y finalmente relajó su expresión para luego suspirar—Pero es imposible que tú estés aquí... ¿No? Mi mente me está jugando sucio— una vez más meneó la cabeza, sintiendo dolor en su pecho, reflexionando bien la situación— Por más que se desea, los muertos no regresan...

Y tras aquello, ninguno dijo más palabras. Mitsuba bajó la mirada y la mantuvo fija en el suelo, mientras el samurái se acuclillaba en un intento de espabilar su postura, pues aún sentía que tambaleaba.

Dicen que cuando una persona está ebria, piensa en la persona que quiere... Hijikata no creía eso, siempre había dicho que era una estupidez. Decía que un ebrio no piensa siquiera. Pero ahora estaba ella ahí, creada por su mente.

Con cierta frustración, buscó una cajetilla de cigarros casi con desesperación en los bolsillos de su pecho, y cuando la encontró y sacó uno de ellos dispuesto a ponerlo en sus labios, la chica habló una vez más.

— Toushiro-san... ¿Hay algo de lo que te arrepientas?

El aludido mantuvo sus ojos fijos en el cigarro que había entre sus dedos y dejó salir un suspiro.

Así que era eso...Inconscientemente, él aún pensaba en si había hecho mal respecto a su amada. Una voz en su mente siempre había cuestionado si había sido lo mejor renunciar a ella, y dejarla atrás junto con sus bellos sentimientos. Y esa voz se hizo más fuerte cuando ella murió, cuando desde lejos miraba el féretro donde ella reposaría por la eternidad.

Esa mujer lo esperó, siéndole fiel a su corazón. Lo esperó por años... Sin recibir retribución alguna. Y aun cuando se había comprometido con otro, Hijikata tenía la sensación de que ella todavía miraba al pasado.

Él se había alejado porque pensaba plenamente en la felicidad de la mujer que amaba, creyendo que él jamás podría darle una vida normal y pacífica. Pero, ¿Ella realmente había sido feliz lejos de él? Siempre había pensado en ello...

Giró los ojos a donde ella estaba, y la contempló. La Okita también lo miró, esperando una respuesta a su pregunta.

—¿Toushiro-san?

— No...— Respondió esforzándose para enderezarse de nuevo— No enamoraste de un hombre que dé pasos hacia atrás ¿No?— Le sonrió al fantasma de sus recuerdos y tomando una bocanada de aire, se dispuso a regresar al interior del cuartel donde aún festejaban.


Gintama One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora