De repente, una tormenta azotó en Kabuki-cho de manera que la luz se fue en todo el distrito. Por suerte, decía Gintoki, era ya de noche y la ausencia de energía se volvía indiferente al irse a dormir. Sin embargo, su compañera opinaba distinto.
Chillando con cada trueno que se dejaba oír, Kagura estaba abrazada al torso de Gintoki mientras éste intentaba conservar el equilibrio sosteniendo una vela con la mano derecha.
— ¡Deja de hacer eso! ¡Despégate de una buena vez, maldita mocosa!— reprendió a la chiquilla utilizando la mano izquierda para intentar quitársela de encima empujando su cabeza con poca delicadeza, pero era inútil. La Yato se aferraba cada vez con más fuerza a él haciendo que comenzara a tener dificultad para respirar— Kagura... enserio, vas a matarme... ¡Kagura-chan!
— ¡No, no, no!— contestó aquella entre sollozos— ¡Si no hay luz, el monstruo va a comerme...!
— ¿Qué monstruo se atrevería a intentar comerte? ¡Quien correría el peligro seria ese monstruo, monstruo!
— ¡No, no, no!— repitió sin disminuir ni un poco la fuerza con la que se sujetaba. El hombre apretó la mandíbula y dejó de empujar la cabeza de la niña. "Por eso te dije que no vieras esa maldita película" estaba dispuesto a reprenderla, pero ¿Qué ganaba con ello? Maldición...
— ¡Ah, está bien!— Ginntoki suspiró— Te dejaré la vela aquí, así no estarás asustada ¿bien? Solo suéltame y déjame ir a dormir.
La menor se apartó un poco para mostrarle sus ojos azules relucientes y un puchero hecho con los labios fruncidos. Entonces, de apoco empezó a liberar al samurái de sus brazos y se apartó por completo para limpiar las pequeñas lagrimas que se habían acumulado en sus ojos.
— Está bien.
— Demonios, mocosa molesta...— masculló el rounin al tiempo que dirigía sus pasos a la mesa de la sala para depositar ahí la única fuente de iluminación, sobre un plato de vidrio que estaba ahí para evitar cualquier accidente en caso de que Kagura olvidara apagarla— Bien, me largo a dormir.
— Gracias, Gin-chan— musitó aquella mientras se sentaba sobre el sofá abrazando sus propias rodillas.
— Solo quiero dormir— insistió él ahora dirigiéndose a su habitación.
— Espero que los fantasmas no te hagan nada— dijo ya más calmada al tiempo que cerraba sus ojos tratando de relajarse.
El Sakata detuvo su andar y tragando saliva giró lentamente la cabeza hacia donde su empleada estaba.
— ¿Qué dices? Los fantasmas no existen, Kagura-chan...
— Oh, claro que existen— declaró la niña sin cambiar su posición— Las noches frías como esta son las que más les gustan, en la película que vi...
— ¡No quiero saber!— la interrumpió girándose por completo y usando de manera exagerada las manos para fingir que no le importaba.
— Oh, ¿Enserio?— una mirada maliciosa se dirigió a él acompañada de una ligera sonrisa— te iba a decir que hacer en caso de que te ataquen.
— ¡Que los fantasmas no existen!— alegó, pero estaba sentado ya al lado de Kagura con una pose de cautela— Y si existieran ¿Por qué les tendría miedo?
— ¿Entonces porque te quedaste aquí y no fuiste a tu habitación?
— ¡Que grosera! ¡Estoy cuidándote! Mírate, toda asustada. Si me voy a dormir ¿Quién va a acompañarte al baño? Deberías agradecerme, Kagura-chan.
La Yato suspiró y se alejó un poco de su protector, pero éste no tardaba en pegarse de nuevo a ella.
— ¡Eres molesto!— exclamó enojada.
— ¡Que solo estoy cuidándote!— respondió en un tono similar— ¡Demonios con estos niños! Primero están llorando porque no les prestan atención, y cuando lo hacen reclaman que somos molestos.
Sin responder, Kagura se puso de pie y se cambió de sillón, pero Gintoki no tardó en seguirla, de modo que no le quedó otra opción que empujarlo con las manos.
— ¡Quítate! ¡Me estas aplastando!
— Solo te estoy dando calor, es una noche fría.
— ¡Esto es acoso sexual! ¡Me vas a contagiar una de tus EST!
— ¡Es ETS, tonta! ¡Y no tengo ninguna, mocosa estúpida!
De esta manera, ambos discutieron hasta quedarse dormidos. Al día siguiente, cuando Shinpachi llegó a la yorozuya, vio que ambos dormían juntos. Gintoki con los brazos extendidos sobre el sofá, roncando y Kagura recargada en el pecho de éste babeándole la pijama, ambos cubiertos por la sabana de Kagura.
— Vaya, vaya... Parece que fue una noche larga— dijo para sí el Shimura antes de levantarlos.
KU-Pyon: ¡Soy fiel al GinTsu y al OkiKagu! Y honestamente pienso que la relación de estos dos es meramente de padre-hija, pero... ¿Por qué no? :v
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