9 meses

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—No encuentro nada, no encuentro nada...— mascullaba casi con desesperación repetidas veces mientras se rodeaba de un desastre de libros en aquel pequeño pasillo, y seguía hojeando al azar los ejemplares a su alcance— ¡No encuentro nada!

Su mujer lo miraba inexpresiva a cierta distancia, con la espalda recargada en una de las paredes y los brazos cruzados debajo de su femenino pecho. Dejó que el hombre siguiera desesperado haciendo su escandalo antes de despegar la espalda de la pared y dejar salir un suspiro para finalmente dar pasos a él y mirarle más de cerca.

— ¿Qué se supone que debes encontrar?— cuestionó con voz suave, que más bien era inexpresiva. El hombre la miró con cierta culpa reflejada en el semblante.

— Algo que te haga sentir mejor— respondió regresando la mirada al libro que ahora estaba en sus manos— Entendería que te sintieras mal en la nave, pero ya estamos en suelo fijo, ¿Entonces qué es? ¿El ambiente? ¿Es que no estás acostumbrada? ¿O acaso es que...?

La expresión de Kouka se mantuvo inmutable conforme lo escuchaba.

— ¿Tan débil me crees?— preguntó una vez que aquel expuso todas sus teorías.

Kankou dejó salir un suspiro y la miró una vez más.

— Si te sientes mal, no podremos ir a la tierra.

— ¿Por qué no?

— ¿Estás loca? ¿Qué clase de hombre hace que una delicada mujer viaje sintiéndose mal?

Aquello provocó que la maestra del Kouan le propinara un fuerte golpe en el brazo derecho, pues la parte de "delicada mujer" le hacía enojar.

— Veo que te sientes mejor...— susurró Umibozu tratando de disimular el dolor en su tono de voz conforme se sobaba con la mano intacta.

— Oh, así es. Solo un poco... Aún me siento un tanto mareada.

El yato la miró con una sonrisa nerviosa.

— ¿Ves? Así no podría hacerte viajar. ¿Crees que debería llevarte con un médico? Bueno, eso será después, por ahora creo que deberías ir a descansar.

Los ojos fríos de Kouka se desviaron por un momento, como pensando en una respuesta, a lo que Umibozu esperó pacientemente.

— No lo veo necesario.

— Pero...

— En cuanto a lo del viaje— le interrumpió encontrando de nuevo su mirada— quizá solo tengamos que esperar unos meses.

— ¿Crees que después estarás mejor?

— Oh, estoy casi segura— confirmó ella esbozando una suave sonrisa.

— ¿Cerca de cuantos meses?

— Creo que el promedio son 9, aunque quizá ya haya pasado uno o dos— contestó con calma antes de inclinarse para empezar a recoger los libros que su esposo había tirado al suelo.

— ¿9 meses?—Kankou trató de meditar en aquello, preguntándose porqué exactamente ese tiempo, hasta que finalmente lo captó— ¿Kouka, tú...?

La aludida alzó la vista para mirarlo y sonreírle un poco, regresando casi de inmediato a su labor.

— ¿Es enserio?— sin darle oportunidad de nada, ya había tomado a la mujer por la cintura y la tenía elevada del suelo mientras esbozaba una enorme sonrisa— ¿Estás segura?

La yato seguía esbozando una suave sonrisa mientras miraba a los felices ojos del contrario.

— Sí.

Pronto Umibozu la estrechó contra él abrazándola con verdadero cariño mientras ella correspondía incapaz de actuar con la misma emoción pues aún no sabía bien como expresarse.

Gintama One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora