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Era casi el final y seguía pensando en el comienzo. En como fue que el destino me había hecho llegar ahí. Siempre había pensado que todos ya teníamos la vida escrita incluso desde antes de nacer, y gracias a todo lo que me había pasado hasta ahora, podía confirmarlo. Cualquiera pensaría que debía estar encantada porque en esta vida me había tocado ser «especial» , pero no era así, aún no me parecía justo. Pues mientras muchos chicos de mi edad estaban en sus casas o refugios tal vez durmiendo tranquilamente y esperando a que todo se arreglara, yo y mis amigos estábamos aquí, en medio de todo, anhelando ser lo suficientemente afortunados como para llegar a ver la luz del siguiente día.  Porque fuera como fuera, nosotros éramos los principales objetivos.

Sí, estaba teniendo pensamientos muy egoístas y resentidos, pero en un momento como este ¿quién no los tendría?

Afuera, el ruido de los relámpagos y la lluvia amenazaban con destruir todo a su paso. En otros tiempos una tormenta de esta talla por supuesto que nos alertaría y preocuparía, pero ahora era lo de menos. Muchos creían que era mejor morir a manos de la madre naturaleza que del enemigo, y para ser honesta tenían mucha razón.

Nunca, nunca antes me había considerado una cobarde, pero en este punto de mi vida ya estaba tan jodida mentalmente, que podría jurar que si tan solo tuviera la opción de escribir mi futuro, no lo haría. Al contrario, arrancaría las páginas de este una por una y me desharía de ellas, para así poder terminar con todo este sufrimiento de una vez por todas.

—Basta, basta— susurré con los ojos cerrados.

No podía concentrarme en lo que debía.

Una mano cálida se posó sobre la mía, abrí los ojos y me topé con una mirada triste, y bastante cansada. Misma que incluso así, me mostraba apoyo, un apoyo genuino y tan potente como desde el principio. Lamentablemente yo ya no lo recibía de la misma manera, algo dentro de mí estaba fallando y me lastimaba no poder ser capaz de repararlo.

Por un momento nuestras miradas conectaron más profundo de lo normal, hasta tal punto que era como si pudiera ver y sentir sus emociones. Era la primera vez que lográbamos ese tipo de vínculo anímico, tanto así que sus ojos habían sido lo que desencadenaría un mundo de imágenes en mi cabeza, las mismas que había estado buscando.

A pesar de todo su presencia me había ayudado  a encontrar lo que requería, o a ver lo que necesitaba para ser exacta. Me acerqué a él juntado su frente con la mía, cerré los ojos y le agradecí en un susurró, mientras me aguantaba las ganas de llorar. Últimamente lloraba tanto, que a veces ya ni siquiera sabía si era de felicidad, tristeza o cualquier otro sentimiento.

En fin, ahora lo tenía todo claro. Había encontrado la solución.

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Recomendación: Está historia se ve mejor en páginas negras

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Recomendación: Está historia se ve mejor en páginas negras. :v

¡Avril esta de regreso!

Espero la  disfruten. Saludos. 🖤✨

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Avril - 1998Donde viven las historias. Descúbrelo ahora