El Sótano (pt. 2)

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Estaba debajo de la cama de Will tapando mi boca para no hacer ruido

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Estaba debajo de la cama de Will tapando mi boca para no hacer ruido. Will me había tumbado de la cama para que el guardia no me viera, pues nos meteríamos en muchos problemas si se enterase que yo estaba ahí. Vi unos pies justo en la puerta, parecía que el guardia solo estaba hechando un vistazo. Debió habernos oído hablar y por eso vino. Will fingió que hablaba dormido para tratar de arreglar el problema, tengo la idea de que eso lo tranquilizó y se fue.

—¡Will! —murmuré furiosa mientras sacaba la cabeza debajo de la cama— ¿por qué me tiras? Me dolió.

—Perdón, fue un impulso —susurró riendo.

—Ambos sabemos que lo hiciste a propósito— lo miré enojada.

—Tal vez —alzó los hombros.

—Ahora tenemos que salir de aquí —dije caminando al balcón.

Escuché un ligero quejido detrás de mí, me di media vuelta y por lo poco que podía ver, me di cuenta de que Will seguía envuelto en las cobijas. Los ojos le brillaban con la poca luz que se filtraba a través de las cortinas del balcón, y no se le veían intenciones de levantarse. Arqueé ambas cejas y sacudí la cabeza.

—Aún no sabemos donde está el sótano —se volvió a acomodar en su lugar.

Había sido solo una excusa.

—Por supuesto que sabemos, lo acabo de deducir —abrí la puerta hacia en balcón.

—¿Cómo? —se incorporó confundido.

Lo miré resignada. Apreté los labios y comencé a explicar.

—Arrancaron toda una sección del sótano incluyendo donde está la entrada llevándose un pedazo de la primera planta —sonreí presuntuosa—, y supongo que ahí está la puerta. No eran muy inteligentes.

—¿Qué pedazo es?

—La vieja sala de ballet —sonreí.

Will abrió los ojos como platos. Le mostré a Will como bajar por el árbol y salimos de la habitación aferrándonos al tronco como monos. Para entrar de nuevo en el edificio, entramos por la ventana a uno de los pasillos y nos dirigimos sigilosamente a la sala de ballet. Yo tuve que guiar a Will ya que el no sabía siquiera de su existencia, mucho menos de su ubicación. El pasillo a la sala era más obscuro que los demás. Caminamos por él a tropezones y entramos en la sala. Encendimos la luz sin preocuparnos que alguien fuese a notarla por qué aquella sala no tenía ventanas por ningún lado. En la parte alta de la habitación podían notarse algunos espacios donde antes habían estado las ventanas, pero ahora estaban totalmente tapadas por concreto. Parecía que por algún motivo habían clausurado este lugar, pero entonces, ¿por qué Denisse me lo había mostrado a mí? Cada pequeña cosa que me parecía rara despertaba más mi curiosidad por este lugar, lo que no era bueno para nadie, y mucho menos para mí, porque si llegaran a descubrirme tendría muchísimos problemas.

Avril - 1998Donde viven las historias. Descúbrelo ahora