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—No tienes que agradecerme —me dijo Adriana con aire de grandeza.
Estaba sorprendida. Aún no podía asimilar lo que acaba de pasar. Tenía que poner todo en orden en mi cabeza.
Hace solo unos momentos estaba parada hablando con Adriana. Después, los gritos de las chicas peleando, la bola de fuego viniendo hacia mí directamente a golpearme y... ¿Adriana salvándome? Sí, Adriana me había salvado poco antes de que la bola de fuego se estampara contra mi cara, ella había metido su mano en el camino absorbiendo las llamas entre sus dedos.
Abrí la boca para intentar agradecer pero la cerré inmediatamente al oír sus palabras.
—Debe ser frustrante no poder ni siquiera salvarte a ti misma —rió entre dientes.
Le dediqué una mirada asesina.
Me pregunto, ¿por qué cada vez que intento ser buena persona, agradecer algo o ofrecer una disculpa, termino arrepintiéndome?
—Me pregunto, ¿qué habilidad insignificantemente «especial» tienes? —dijo haciendo comillas con sus dedos para darle un toque sarcástico a la palabra especial.
—¿Qué fue lo qué pasó aquí? —gritó un hombre furioso.
El que parecía ser el profesor de defensa, acababa de entrar al salón dándose cuenta de que algo pasaba. Todos se quedaron en silencio esperando el verdadero drama venir.
—Esas dos estuvieron a punto de arrancarse la cabeza —dijo Melanie, cuál niña pequeña acusando a su compañera de clases.
Todos le lanzaron una mirada de furia, y con eso dejaron ver que no era muy querida por aquí. En realidad ninguna de ellas lo padecía. A excepción de Adriana, a quien muchos parecían tenerle cierto respeto, o tal vez miedo.
—Y de asesinar a está —agregó y me apuntó con el pulgar.
Todos me miraron esperando a que dijera algo, pero solo me encogí de hombros. No soportaba las miradas de todos sobre mí, por lo que me di media vuelta y me escondí lentamente detrás de Will. Él se percató de mi incomodidad y sonrío levemente.
—Creo que ya he ganado tu confianza —me susurró sin mirarme.
Will tenía razón. No supe en que momento pero ahora confiaba en él. Todo había sido tan rápido, eso jamás me había pasado.
—Felicidades —le contesté, realmente sin emoción alguna.
Esconderme había funcionado, el profesor estaba hablando con las chicas de la pelea, más bien, regañándolas. Todos habían puesto sus ojos en ellas y ya nadie me notaba. Las chicas fueron enviadas a la oficina de Denisse escoltadas por la abeja reina, Adriana.
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Avril - 1998
General Fiction¿Qué pasaría si te dijeran que realmente no estás loca? Que en realidad la voz que has escuchado en tu cabeza todo este tiempo es real, que no eres tan normal como pensabas, y que eres portadora de una habilidad que muchos desearan y te querrán arra...