3. Sospecha

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La luz del sol entró por la ventana

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La luz del sol entró por la ventana. Me levanté un poco desanimada, me dolía la cabeza y tenía helados los dedos de los pies. Amber seguía durmiendo como un bebé, así que salí de entre las cobijas sin hacer ruido para no molestarla, y fui directamente al cuarto de baño a tomar una ducha. Los vidrios estaban empañados por tanto vapor de todas las chicas que se estaban duchando, pasé la mano por el espejo a la altura de mi cara, y noté que en mi ojo azul se había hecho un pequeño derrame de sangre. Afortunadamente está solo se encontraba en la parte esclerotica de mi ojo. Recuerdo haber leído por ahí que si un derrame cubría la pupila, se corría el riesgo de perder la visión, claro, eso solo era en casos extremos. Pero al parece en el mío no había de que preocuparse.

Sin muchas ganas me alisté para ir a clases, como todos los días bajaba a desayunar en la cocina, pero esta vez Will también estaba ahí, esperándome. Al parecer ahora tendría compañía diaria.

—Buenos días dormilona —agitó su mano.

—¿Dormilona? Es temprano aún —hice una mueca y miré el reloj en forma de manzana que estaba en la pared, para asegurarme de que sí era temprano—. Ah y... buenos días.

Me dirigí a la pequeña mesa y tomé asiento mientras saludaba a Beth y ella ponía frente a nosotros unos platos con pancakes y un vaso de jugo de naranja para cada uno. Tan amable como siempre. Desayunamos rápido y salimos de la casa.

¡Hoy lo lograré! Lograre hablar con Dominique.

Eso era lo que pensaba a cada paso que daba a la parada de autobús. Por alguna razón no me podía sacar de la cabeza la derrota del día anterior, y sabía que no lo haría hasta que saliera triunfante.

—¿Estás bien? —dijo Will tocando mi hombro—. Te vez muy pensativa y... ¡Oh por dios pero que te pasó en el ojo! —hizo un mohín.

Me sorprendí. Will estaba tan cerca de mí que podía admirar mejor aquel verde luminoso de sus ojos, un verde tan salvaje que combinaba con las hojas de los árboles de aquel bosque que rodeaba la academia. Tenían un brillo muy especial, tanto que era como si emanaran paz.

Él tenía el ceño fruncido, y me sostenía por lo hombros, haciendo muecas mientras trataba de ver mejor mi ojo.

—Nada, estoy bien —arrugue la nariz—. Deja de hacer esas caras, pareces maniaco —le dije y Will se alejó sonriendo un poco avergonzado.

—¿Segura? ¿Te golpeaste con algo? ¿Alguien te golpeó en el entrenamiento de ayer?

—Ya te dije que estoy bien, esto puede pasar por nada —sonreí y le di un ligero golpe en el hombro—. No es nada preocupante.

—Está bien —dijo Will no muy convencido.

Llegamos a la escuela. Fue otro día normal. Las primeras dos clases fueron tan aburridas como el día anterior. En la tercera clase me la pasé hablando con Will, pero solo de tonterías, ya que no podíamos arriesgarnos a que alguien nos oyera hablar de la academia. Eso desataría un terrible escándalo. Espere hasta que la campana sonase para ir con Will a la cafetería, tomamos asiento en una de las mesas del rincón  y comenzamos a hablar.

Avril - 1998Donde viven las historias. Descúbrelo ahora