20. Alicia

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Tenía los ojos llenos de lágrimas, la desesperación inundaba mi mente por no saber dónde estaba, como había llegado ahí, que me había pasado o lo más importante, quién era

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Tenía los ojos llenos de lágrimas, la desesperación inundaba mi mente por no saber dónde estaba, como había llegado ahí, que me había pasado o lo más importante, quién era. Todas las preguntas de las que había huido en mi sueño estaban empujándose las unas a las otras en mi mente tratando de salir, y ser respondidas. Por alguna razón que yo desconocía no podía pronunciar palabra, por más que tosía seguía teniendo un extraño hormigueo en la garganta. Tampoco podía mover libremente mi cuerpo, lo sentía pesado y todo tenía que hacerlo con movimientos débiles y muy lentos. Era desesperante.

La ansiedad estaba llegando a mí.

La chica y el chico frente a mí me miraban fijamente, sin perder detalle en mis movimientos, a diferencia de la enfermera que tenía una cara de preocupación. Ellos me sonreían pero guardaban su distancia, parecían un tanto a la defensiva.

—Hasta que te despiertas, bella durmiente —la chica esbozó una traviesa sonrisa.

La miré desconcertada.

¿Quién es esta chica tan peculiarmente familiar?

Las lágrimas que rodaban por mis mejillas me picaban. Levanté la mano lentamente para intentar rascarme, y rápidamente ambos chicos se pusieron en guardia. Eso me dio mala espina.

Comencé a toser fuertemente intentando hacer que salieran las palabras, los esfuerzos eran demasiados y sólo extraños ruidos salían de mi boca. Eso me molestaba. Después de varios esfuerzos, logré que mis palabras fueran lo suficientemente entendibles para ellos.

—¿Q-qui-é-nes son? —tartamudeé forzosamente, y volví a toser.

Los chicos abrieron los ojos como platos, y la mujer a su lado se llevó la mano derecha a la boca tratando de no llorar. Después corrió a mi lado y me ofreció algo de agua. Vi su cara triste, y no supe si ella era simplemente muy sensible o si me conocía y me tenía algo de aprecio, pero su reacción me contagió de más tristeza.

La chica de cabellera azabache miró a su acompañante, y ambos arquearon las cejas sorprendidos, después dirigieron su vista a la enfermera.

—¿Qué le sucede? —le preguntó el chico a la doctora.

—Pérdida de memoria, por el golpe que sufrió. —dijo mirándome con ojos tristes—. Es bastante común con golpes tan fuertes.

—Ya veo —dijo la chica sin expresión en el rostro—, ¿y cuánto dura?

—Por lo que sé pueden ser semanas, meses, años, o tal vez nunca vuelva a recordar nada —contestó la doctora sacudiendo la cabeza.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2022 ⏰

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Avril - 1998Donde viven las historias. Descúbrelo ahora