Espía

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- Señorita, no puedo entrar hay -. Sentía la adrenalina a mil, después de que Andrés literalmente me abandonará había corrido al taxi y había gritado ¡sigalos! Cuando la moto había salido disparada con Eric y la doctora tras de el.

Mire dónde una hermosa casona se veía mucho más lejos que la entrada. Se veían luces y como al parecer muchas personas seguían bailando.

- Señorita? -. Suspire sintiéndome la estúpida más estúpida de todas.

- Vamos por favor, a este hotel -. Le mostré la tarjeta del hotel y nos fuimos.

Ava no me dejaba en paz pidiendo disculpas por cómo me había dejado la cabeza, aunque le asegure una y mil veces que no me dolia.

Pensé en la maravillosa casa donde habían ido y lo bien que lo estarían pasando y suspire, deceba que el deseo que sentía por él fuera recíproco, pero al parecer a el no le interesaba. Aún era temprano y aunque la doctora no me había autorizado a correr tampoco lo había
Prohibido, sabía que un golpe en la cabeza era peligroso, pero eso no era un golpe solo una cortada.

Ava dormía en su habitación por lo que no pudo detener lo que planeaba hacer.

Desde muy pequeña corría, mi madre con Ted eran más ávidos a leer que correr y papá y yo disfrutábamos haciéndolo. Desde que tengo memoria siempre corría cuando algo me molestaba o un mal, cuando era niña al lado de mi padre, ahora de adulta cuando quería liberar tensiones corría solo para desestresarme. Tenia fotos de niña sobre una carreola mientras mi padre empujaba de ella.

Muchas veces me sentía más parecida a papá que a mama, y definitivamente Ted era como mamá, un enamorado de la vida siempre entre sueños de una realidad diferente.

Llegue a un lugar muy diferente al centro donde nos alojamos y las casas cenzaban a cambiar, se volvían más grandes y se distancian unas de otras. En algunas habían guardias. Pero una sobre todo me llamo la atención.

Frente a mi había un castillo parecido a la época medieval, al parecer se celebraba una fiesta por la cantidad de autos exuberantes que llegaban. Y vi como la moto de Eric estaba aparcada cerca de la entrada.

Todo era ermetico, para entrar habían dos guardias quienes buscaban a pasar personas en una lista para dejar que entraran, además vi como algunos pasaban sus pasaportes o identificaciones.

No había ningún letrero y sin embargo nadie parecía perdido.

- Señorita, por favor tiene que retirarse. -. Un mastodonte estaba frente de mi, parecía una persona de muy malas pulgas.

- Es algo privado? -. El mastodonte asintió sin dar detalles.

Salí corriendo literalmente de ahí. Pero eso no aplacó mis ganas de poder descubrir que me ocultaban. Al llegar y aún entre las protestas de Ava comencé a buscar en Internet el lugar para poder salir de toda duda.

Y como me lo imaginaba no había nada, ni un solo artículo o algo más reciente de ese lugar, sólo salía que había pertenecido a la era medieval y que fue un lugar de torturas más que un hogar para alguien, que hacía Eric Zimmermman hay.

Lo averiguaría como fuera...

Al pasar los días seguía saliendo con Ava y Andrés había desaparecido literalmente del mapa, me había acercado en varias ocasiones a la mansión y al parecer todos los días se organizaba algo. El guardia se había vuelto amable aunque no había soltado nada de lo que ocurría hay.

Eric no iba todos los días y sólo iba una vez a la semana.

- Muchacha, te he tomado estima -. El hombre me miró atentamente. -. Ese lugar no es lugar para una chica tan linda como tú.

Sus palabras me dejaron un tanto asustada.

Zimmerman O Grey?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora