Una princesa con las trensas sueltas

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Estaba estático mirando como esa pequeña intrusa había aparecido así, sin pedirlo estaba a mi disposición, lo sabía por su cuerpo... Definitivamente ella sería mía...

- Has tenido relaciones sexuales? -. Su rostro exploto poniéndose completamente roja y mirándome asustada, pensé que mentiría, pero suspiro al parecer resignada.

- No pienses que es por ser monja, pero estaba esperando al hombre indicado... -. Cuando dijo "hombre indicado" me vi en sus ojos y sabía que ella quería mi cuerpo tanto como yo el de ella.

- Podemos arreglarlo... Crees que puedo ser el indicado? -. Aún así me sentía juguetón y ella sonrió acercándose a donde me encontraba

- Ya me canse de esperarlo, creo que contigo estará bien -. Sonreí besando su cuello, podía imaginar esa piel roja por algún castigo y eso me exitaba... Podía imaginarla atada a la vista de todos...

Baje mis manos y ella no las aparto, era un buen indicio, yo ya no podía parar, emitía pequeños gemidos que me indicaban que estaba tan deseosa como yo, un sentimiento de culpa estaba detrás de toda la exitacion, pero no me importaba, sus labios eran esquicitos, tan blandos y suaves que parecían rasposos a comparación con otras chicas.

Mis manos bajaron a su escote y vi su ropa de diseñador, me encantaba la ropa interior de buena calidad, aunque muchas veces no terminaban en buen estado. Detrás de esta se encontraba un maravilloso par de pechos, tan hermosos como me los imaginaba.

Comencé a agacharme para poder tener más acceso a su piel, era tan blanca que estaba echa para marcar, su ombligo era perfecto, tenía una cintura hermosa y su vientre bajo plano te hacía desear estar entre sus piernas. Se movía al ritmo de mis besos y sentía la espectáculo por parte de ella. Yo estaba tan duro que dolía, debía abrir mis pantalones lo ante posible.

Abrí su cremallera encontrándome con algo parecido a un pantalón de polar y bajo estos unas medias que al parecer también eran de un material grueso... Sonreí pensando que ella jamás sorportaria un invierno en Alemania.

- Pequeña, no crees que es mucha ropa? -. Estaba completamente roja y sonreí, me encantaba ver ese color en su piel.

- Hace mucho frío -. Respondona... Veamos hasta donde puedes llegar pequeña Grey...

- Quiero que te pongas en cuatro, como una mascota, quiero ver que me va a pertenecer -. Sentí​ un pequeño deje de duda, pero lo hizo y eso me éxito aún más.

Su endidura se marcaba en su ropa interior y yo tenía el peor demonio interno que solo deseaba lastimarla, quizás tomarla por la fuerza y oírla gritar.

Pero al ver su cuerpo completo sabía que debía detenerme, jamás había tomado una virgen, y no le aria daño mientras ella no quisiera. Su posición estaba mal, estaba como una mesa, estática cuando su cabeza debiese ir en sus manos para dar mayor acceso a su sexo.

- Se nota que no tienes ninguna remota idea de lo que haces -. Me la imaginé atada en esa posición para que lo recordara... Demonios, mis pantalones iban a reventar.  -. Sera increíble poder adiestrarte... -. Me acerque tomando su brazo, esta vez sería complaciente -. Tus brazos no pueden estar rígidos, debes mostrar una mejor visión de lo que quiero... Dobla tus brazos y baja la cabeza.

Le ordene y ella se mostró pensativa y me miro molesta.

- Yo no quiero ser tu sumisa...

Sonrei, le daba tiempo para pensar en lo que hacía, sabía que estaba tanto o más caliente que yo y ocuparía eso a mí favor... Y como me lo esperaba sedio.

- Bien Grey... Tienes un lindo tracero -. Merecía una recompensa, comencé a besar su espalda, esta vez dando pequeños mordidas que no pasaron desapercibidas para su cuerpo.

- Por favor... -. Rogo, de su endidura podía ver como su exitacion comenzaba a aparecer entre su ropa interior.

- Shhhh... Aún no puedes emitir sonido alguno Grey, no hasta que tengas un orgasmo...

Se puso rígida y por primera vez comenzaba a decepcionarme, no me gustaban las chicas que no conocían su propio cuerpo.

- Conoces los orgasmos? -. Ella no levanto la cabeza y le di un poco de tiempo -. Contesta pequeña, no te hará mal.

- Me he tocado... -. Cómo me lo imaginé, la pequeña Grey no me decepcionaba.

- Que bien... Me encantan las chicas que conocen su cuerpo -. Odiaba las personas mojigatas y de buena forma está muchacha me había sorprendido -. No entiendo a esas personas que condenan la masturbación femenina pequeña, los hombres podemos hacerlo pero ustedes no... Una estupidez.

Con una mano corrí su ropa interior y por fin pude ver lo que buscaba, lo que tanto anciana estaba frente a mi y era realmente hermoso.

- Eres hermosa, y completamente apetecible. -. Comencé a lamer su endidura, un sabor dulce y cítrico invadió mi boca, era realmente algo que estaba disfrutando.

- Por dios!! -. No se movía, aún así parecía demasiado dispuesta a hacerlo, ella estaba realmente exitada.

- Sabes delicioso... -. Comence a hacer círculos con mi dedo para apresurar las cosas, podría estar toda la tarde lamiendo, pero tenía algo entre mis piernas que no podía ignorar y quería hundirme en ella.

Su cuerpo comenzó a apretarse y estaba cerca.

- Haaaaa!! -. Bien, su liquido sabía a dioses.

- Realmente delicioso... -. Limpie mi boca con el pañuelo que siempre traía en mi bolsillo.

Su respiración estaba acelerada y me miraba... Y ya no aguantaba más...

- Ya estás preparada... Ahora ven -. Me senté en la cama y ella me miro sorprendida, supongo que dándose cuenta de que estaba desnudo.

- Que ocurre? -. Ella seguía agitada y no quitaba sus ojos de mi entrepierna, eso me asusto un poco.

- Eso no entrara en mi -. Dijo asustada y sonreí, a todos los hombres les encanta que le suban el ego.

- Ho pequeña, si que eres un espécimen raro -. La bese para que sintiera lo bien que sabia. -. Lo aremos lentamente... Ven, quiero que seas tú la que introduzca esto en ti. Pero antes quiero tomar un poco más de tu néctar.

Volví a lamer su vagina para asegurarme que estuviese bien lubricada.

- siéntate, a tu ritmo, solo será un momento de dolor te lo aseguro -. O eso esperaba jamás había tomado una virgen.

Bajo lentamente mientras yo sostenía mi miembro para ella. Me sentía nervioso, pero ella estaba más que dispuesta a que esto pasará.

Bajo lentamente haciendo que fuese una tortura, podía sentir su humedad y lo cálida que era en la punta de mi pene, pero no entraba.

- Demonios, estás muy apretada -. Tome su cintura ayudándola lentamente a bajar.

- Por favor pequeña, no me tortures más... -. Mordisqueó sus pechos mientras lentamente siento como la tela que guardaba su virginidad comenzaba a ceder... Y fue como llegar al cielo...

Zimmerman O Grey?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora